Shadowplay (Caminando Nueva Orleans)

-Perfecto- dije sonriendo con cierto aire de malignidad, le hice un gesto con la mano para que me siguiera, sorteamos la multitud que a esa hora ya colmaba el bar: estaba repleto y un fuerte murmullo se dejaba oír por encima de la música. Había estado tan absorta en nuestra conversación que no había notado lo concurrido que estaba el lugar hasta que nos fuimos.
Ya en la puerta vi que un grupo de personas que estaban esperando para entrar nos miraron insistentemente, me pregunté por qué, quizás les parecíamos demasiado jóvenes, quizás les parecíamos magníficos. Me acerqué a Letholdus nuevamente, lo tomé del brazo inclinando mi cuerpo suavemente contra su costado como si tuviera frío, algo imposible con el calor que hacía, y suspiré largamente -Ahh, me estaba ahogando, has sido muy amable en acompañarme-murmuré como canturreando suavemente, -Me encanta la lluvia, siempre me ha parecido que es mágica en medio de lo común y terreno de nuestras horas -miré hacia el cielo encapotado, la calle estaba mojada, al parecer había llovido durante la estadía en el bar.
Lo observé detenidamente mientras caminábamos, él iba con la vista fija hacia adelante dejándome notar los detalles de su perfil, las ondulaciones que describía su cabello... había algo en esos ojos oscuros que me atraía irremediablemente, quizás era la forma en que atrapaban la luz, quizás ese brillo febril y algo nostálgico que tenía. Me di cuenta de que la idea de embelesarlo y beber de él me resultaba tan tentadora que apenas podía contenerme, inconscientemente lo estaba llevando lejos, a donde nadie pudiera molestarnos, a donde nadie pudiera salvarlo de mí. Me horroricé ante mi monstruosa y egoísta naturaleza, ¡No quería matarlo!
-¿Es la primera vez en Nueva Orleans? Si es así tienes que conocer Bourbon Street -sugerí buscando un salvoconducto -Ven, te llevo -susurré apretándole la mano un poco, lo suficiente como para no lastimarlo, una habilidad que habñia adquirido con las décadas; había roto innumerables huesos antes de lograr esta maestría.
Esperaba que me dijera que sí, era la única manera de seguir en su compañía y de que no corriera peligro, la multitud era su protección.

El lugar estaba concurrido, pero tan absortos en nuestra conversación, apenas y lo notamos.

Al salir dediqué un par de miradas a inspeccionar a aquellos que esperaban fuera del local, no como paranoia, más como precaución y después me dispuse a disfrutar del aroma que trae consigo la lluvia al remojar las calles y jardines.

Sentí la presión de su delicada mano envolver la mía para marcar el camino que habríamos de seguir.

- De hecho ya había visitado ésta hermosa ciudad antes, hace algo de tiempo y veo que algunas cosas han cambiado. Por supuesto, nunca he contado con una guía tan bella, será un placer redescubrir Bourbon Street.

Percibí... ¿frío? Su tacto era helado, no tenía mucha relación con el clima del lugar.

- ¡Que descortesía la mía! Le ofrezco mi saco, mitigará un poco el efecto de éste gélido viento.

-Por favor, no -musité al ver que estaba amagando a quitarse el saco, me puse frente a él y le arreglé el cuello en señal de que lo mantuviera puesto -Ya entraré en calor, no es una cuestión de cuánta ropa llevo o no encima -expliqué. "Sangre, necesito sangre", la certeza me golpeó en el rostro, ¿Cuánto más podría aguantar? "Vamos" me dije "Puedes contenerte, no lo arruines, ya lo has hecho antes". El recuerdo de la única vez que pasé un mes sin alimentarme vino a mi mente, todavía podía ver los cuerpos desmembrados desperdigados por la habitación de paredes blancas y tapizados de pana azul. "Gracias, memoria, por traer el recuerdo menos afortunado para esta situación" recé en silencio mientras esbozaba una sonrisa amarga. Caminamos un tanto más disfrutando del silencio.
-Vamos por aquí -lo tomé por el brazo y doblamos en una esquina, nos encontramos de frente con dos hombres, a uno de ellos lo había visto en la entrada del bar al irnos, "Esto no puede estar bien" me dije y les leí la mente, supe al instante que planeaban robarnos y que tenían armas, mientras me llegaban sus pensamientos uno sacó un revólver, quizás demasiado rápido, y apuntó directo hacia mí. Creo que dijeron algo de entregarles dinero pero realmente no les estaba prestando atención, solo estaba mirando cuándo atacar.
Inmediatamente derribé al del arma con un golpe en la cara, le rompí la nariz y la sangre comenzó a salirle a borbotones -Encárgate del otro -deslicé por lo bajo, esperaba que él estuviera a la altura, debía estarlo.
Pateé el arma al otro lado de la calle, el tipo corrió unos metros tratando de escapar pero le di alcance y tomándolo por el cuello lo alcé del suelo, esto era lo que había estado esperando -Vamos a bailar un rato querido -le susurré y lo acerqué a mis labios, con suerte Letholdus, que estaba a mis espaldas, se ocuparía del otro.

Me detuvo en mi intento de quitarme el saco para ofrecérselo y respondí curvando mis labios en una sonrisa mientras avanzábamos en silencio por aquellas tranquilas calles iluminando nuestra caminata con sus elegantes faroles.

Ella me tomó del brazo y decidió modificar un poco el trayecto con un giro, yo la seguí encantado pero pronto se sintió el ambiente cambiar...

Había dos hombres más en aquel camino y el rostro de uno de ellos había estado presente cuando salimos del bar. No parecía un encuentro fortuito, menos en aquel sitio y la alerta se elevó en mí.

Un brillo metálico delató un arma cuando aquel hombre desenfundó y ello vino acompañado por una trillada frase de asalto.

El revólver estaba dirigido directamente a Morgana lo cual complicaba la situación, se me ocurrían algunas soluciones pero no reducía el riesgo para ella. Pensaba que podría confundirlos un poco, además de proteger un poco mi cubierta y evitar que ella fuese herida pero antes de que empezara a hablar, Morgana ya había saltado sobre el hombre armado, le había derribado, desarmado y próximamente hasta incapacitado para que tratase de volver a asaltar a otra persona.

Su velocidad fue increíble, apenas un parpadeo y parecía que no le demandaba ningún esfuerzo así como tampoco le resultó a simple vista el superar en fuerza a aquel hombre que se veía más fornido que ella.

Toda la escena se había vuelto irreal y sólo el sonido de la voz de Morgana puso en marcha nuevamente mi cuerpo. El compañero del hombre derribado y ahora perseguido por quien se suponía sería una sencilla víctima, estaba tan impresionado como yo pero el miedo le dio energía para reaccionar, con violencia por supuesto, buscando recuperar el arma de su aliado.

- ¿Puedes creer que la conocí ésta noche? ¡Y no para de sorprenderme! Hay algo nuevo y asombroso a cada minuto

Pero al parecer el asustado hombre no deseaba participar en una civilizada conversación, los nervios le traicionaron y resbaló antes de llegar al arma de su vapuleado amigo pero sus ojos brillaron con esperanza al ver que estaba al alcance de su mano.

Sabía que él intentaría ayudar a su compañero, su reacción sería tratar de herir a Morgana y no era algo que podía permitir. El único problema es que podría encargarme de él de varias formas relativamente sencillas pero muy pocas resultaban sutiles.

Por un momento creí que él lograría llegar a la conclusión lógica que lo mejor sería evitar el conflicto y huir, eso nos ayudaría a evitar una situación violenta, quizás opte por abandonar su modo de vida y tal vez, después de separar a Morgana de su asaltante, podríamos continuar nuestra caminata.

Suspiré cansado cuando aquel hombre echó por la borda mi pensamiento al alcanzar el arma y preparar el tiro.

- Tenías tantas mejores opciones...

Un movimiento de la mano y un susurro... una pequeña piedra salió disparada directo hacia el cañón del revólver, obstruyendo la vía de salida de la bala con precisión. El asaltante apenas y se percató de ello, detonó el arma y una explosión mayor a la que esperaba casi le hace perder la mano.

Gritó de dolor al ver parte de su carne desgarrada al haber explotado la cámara del arma de fuego a lo que no pude evitar dedicar una mueca de desagrado y lástima.

- Estoy seguro que un revólver no debería hacer eso pero hoy en día los productos de mala calidad abundan en las calles. Ahora por favor, tranquilízate, veré que te sea proporcionada atención médica pero deja de gritar y retorcerte, piensa que te lo buscaste, analiza los pasos que diste para llegar a ésta infortunada situación y si sobrevives, reconsidera tu modo de actuar y busca ser una mejor persona; en cambio, si crees que la muerte te asecha y está por venir por tí, yo me pondría en paz conmigo mismo y la deidad a la que dediques tus oraciones...

Bueno, ése truco me cubriría y evitaría algunas preguntas incomodas pero ahora debía ver si asistía a Morgana o al asaltante que tenía sometido.

El hombre estaba suspendido por el agarre de Morgana, sus ojos reflejaban el terror que sentía y la sangre corría como una fuente desde su rostro. Ella no mostraba la menor sombra de duda o temor, de hecho parecía estar disfrutándolo.

Me acerqué cauteloso.

- Si el concepto de "derrotado" requiriese una imagen para ilustrarse en alguna enciclopedia, estoy seguro que podrían usar un retrato de ése hombre. Me he encargado de mi pareja de baile ¿qué te parece si dejamos que algún oficial se haga cargo del resto? Parece que han recibido suficiente castigo

Tenía un torrente de preguntas para ella y sospechaba que aquel hombre no tendría una salida tan simple de aquel predicamento.

Sostenía al malviviente por el cuello, su pulso en la punta de mis dedos. Contemplé el espectáculo glorioso de la sangre corriéndole por la boca, manchándole la ropa. Mi compañero hizo su trabajo muy bien, casi demasiado bien para ser algo normal. Sus palabras me llegaron lejos, como en un ensueño, aunque lo sabía inmediatamente detrás de mí, "¡Maldición! ¡Va a saberlo y después voy a tener que matarlo, me rehuso a matarlo! Aunque podría... podría borrarle los recuerdos. Si huye podré encontrarlo fácil, muy fácil y sacarle los recuerdos" decidí.
-Que se pudran -rugí con los dientes apretados -Iban a matarte- giré la cabeza hacia Letholdus y le di una última mirada, una mirada de despedida, de ahora en adelante sería un monstruo para él... hasta que lograra sacar este mal paso de su memoria. -No hay misericordia para los malditos -susurré sonriendo con maldad, la verdadera maldad que había en mí, en ese momento no había máscaras entre nosotros, casi hasta lamentaba tener que sacar esta verdad de él, sentí una intimidad abrumadora: nunca había matado delante de un humano, la excitación hizo que se me ruborizara el rostro violéntamente. Me acerqué al hombre a la boca y le clavé los comillos directo en la arteria, la sangre brotó a mi paladar agradecido, el hombre dejó salir un grito que mi mano sobre su boca aplacó, mientras la sangre continuaba corriendo hacia mi interior, bailamos lentamente como dos enamorados mientras su corazón, ese corazón que empujaba con cada latido la sangre a mis fauces, ya estaba más lento, agónico.
Pude sentir gotas de lluvia cayéndome encima furiosamente de pronto, creo que la escena era tan grotesca que hasta el otro tipo dejó de lamentarse por su mano. Había un silencio terrible que nos envolvía, podía escuchar las respiraciones del otro hombre y de Letholdus.
Me levanté y el cuerpo resbaló de mis brazos para caer en los pies del otro asaltante que terminó por desmayarse. Me quedé inmóvil, silenciosa, mientras la lluvia torrencial caía sin cesar, miré a mi compañero de reojo, no quería ver sus ojos acusándome -¿Por qué sigues aquí? -inquirí sin mirarlo, con la vista todavía clavada en el cuerpo contra el asfalto.

Había considerado la posibilidad de que Morgana no liberase a aquel hombre a pesar de mis palabras, estaba actuando como un depredador que tiene ventaja sobre su presa aunque nada me había preparado para ver como tal analogía se convertía en una realidad frente a mis ojos.

Su voz estaba cargada de odio y a la vez aquella mirada que me dedicó proyectaba pena, como una profunda tristeza que se arrastra, pero enseguida se mostró otra faceta, aquella que había decidido condenar al maleante y que lo haría sin contemplaciones o dudas.

Morgana estaba bebiendo la sangre del asaltante, estaba drenando la vida de aquel hombre y éste se sacudía salvajemente en sus últimos intentos por liberarse y aferrarse a la existencia.

La lluvia comenzó a caer con fuerza mientras veía extinguirse la luz de vida de aquel hombre para después caer junto a su malherido compañero.

Las gotas caían con mayor intensidad mientras que Morgana me daba la espalda e inquiría sobre el por qué seguía ahí en vez de haber huido tras presenciar tal espectáculo macabro.

Con un rápido movimiento de la mano busqué y saqué un pañuelo del interior de mi saco. Una pieza blanca con un sobrio bordado con hilos grises en el borde y las letras "L. S." grabadas en un esquina.

Le extendí el pañuelo a Morgana y señalé con la mano libre las comisuras de su boca.

- Tome, por favor, parece que se ha ensuciado un poco pero afortunadamente no ha manchado su hermoso vestido.

Le miraba con interés, incredulidad y sorpresa. No era para nada como pensaba que terminaría mi noche, paseando del brazo de un ser tan especial.

Creo que ella no terminaba de entender el por qué no había huido o retrocedido a pesar del sangriento evento.

- Vivimos en un mundo extraño, encontramos cosas desconocidas y extrañas, es parte de la magia de la existencia en éste lugar. Quizás deberíamos irnos, estaba pensando en llamar una ambulancia para aquel hombre con la mano destrozada y no sé que podríamos hacer con el amigo que usted acaba de drenar pero dudo que sea buena idea dejarlo en el sitio, podrían investigar la razón de la muerte y convertirse en una molestia para usted. Así que usted dirá, pero me gustaría poder conversar con vos de éstos curiosos talentos que posee si es que hay oportunidad

Sus palabras sonaron sin sentido para mis oídos,estaba tan acostumbrada al pensamiento chato de este mundo que otro punto de vista chocaba contra mi entendimiento como contra un muro; me llevó unos segundos darme cuenta de lo que me estaba diciendo, su comentario sobre mi vestido me hizo estallar en carcajadas.
-No vivimos en un mundo extraño, querido mío, nosotros somos los extraños de este mundo -le envié una sonrisa malvada, me limpié la sangre de la comisura de mis labios con la lengua -Qué es lo que soy ha quedado más que claro, creo yo,-me acerqué a él en tal manera que podía sentir el calor de su cuerpo contra el mío, nuestros alientos se chocaron -la pregunta aquí es qué eres tú, Letholdus, ¿un humano común y corriente? Pienso que no y lo firmo con sangre; entonces, ¿No vas a decírmelo? -sonreí tiernamente, como sabía hacerlo cuando quería, y lo miré a esos bellos ojos oscuros como ónices, la luz rebotaba en sus pupilas y permanecía atrapada allí; por un instante temí quedar yo atrapada también.
-Pero tienes razón, la policía ya debe estar viniendo para aquí y no es lo ideal que nos encuentren junto a esta fatídica escena del crimen -me separé antes de que le clavara los colmillos a él también, lo deseaba tanto que se me entrecortaba la respiración, no entendía por qué no lograba controlarme si ya mi sed de sangre estaba saciada -Hay otra oportunidad claro que sí, no me atravería a no dártela ya que has sido tan encantador- susurré mientras olía su pañuelo y me lo llevaba al escote para guardarlo -De nuestro amigo sin pulso me encargaré yo, lo primero que me enseñó mi creador fue a limpiar mi desorden -le di una mirada pícara -Ve a un lugar en el que creas que podremos hablar a solas, sin testigos y llámame, visualízame en tu mente y susurra mi nombre, sabré en donde te encuentras y te hallaré.

Por un momento pasó por mi mente la idea del riesgo que correría, después de todo había presenciado su ataque ¿qué le impediría verme como una presa?

Al esbozar una sonrisa tal pensamiento se disipó, lo cierto es que ahora me encontraba más motivado para reunirme con ella, podría aprender algunas cosas y estaba seguro que la experiencia valía la pena.

- Entonces, ni siquiera llamaría a ésto una breve despedida, pronto te llamaré como me has indicado. Quisiera poder ayudarle con ésta curiosa tarea pero no tengo conocimiento de sus prácticas en ésta clase de situaciones.

Moví los brazos como si hiciese una reverencia y volví sobre mis pasos mientras disfrutaba la sensación de cada gota de lluvia que caía sobre mí. A su vez pensaba en dónde podríamos reunirnos... y de lo que yo tendría que decir, después de todo ella no creería que era un simple humano con mucha suerte.

Esperaba que Letholdus se comunicara conmigo mentalmente más tarde, realmente deseaba que me diera una oportunidad de enmendar este terrible comienzo entre nosotros, sin embargo él no parecía muy aterrado por lo ocurrido, sin dudas había mucho por ser develado todavía.
Empecé a examinar cómo haría para llevar el cuerpo y si mataría o no al que estaba inconsciente; mejor era acabar con él y que no quedaran testigos. Me acerqué al hombre que yacía en el suelo para acometer a mi tarea cuando, súbitamente, dos policías aparecieron y me dieron la voz de alto. Estaba tan sorprendida que ni siquiera tuve tiempo de elaborar algún plan para escabullirme ni musité palabra, lo único que hice fue pensar "Dios, Maharet se va a enojar mucho".
Volteé como el oficial me lo pedía, los medí para ver si era viable enfrentarme a ellos, luego me lo pensé mejor: no me convenía oponer resistencia, todo lo que hiciera para escapar de modo convencional solo empeoraría las cosas.
Tenía dos opciones: hacerme la inocente y tratar de embelesarlos o correr lo más rápido que pudiera.
Elegí embelesarlos, no quería dejarlos con sospechas y la posibilidad de un identikit mío circulando por Nueva Orléans, mejor liquidaba el asunto lo más pronto posible.

[Solamente los administradores pueden ver este vínculo]

De pronto ambos uniformados sienten una ligera simpatía hacia vos, se preguntan cómo una chica con una cara tan dulce puede ser la autora de semejante crimen. Internamente están dispuestos a escuchar alguna explicación coherente que puedas darles de lo que pasó, de hecho el policía más joven baja un poco el arma, ahora apunta a tus piernas.

-Por favor, no disparen -dije con mi tono más angustiado -Escuché un disparo y me acerqué para ver si podía ayudar, tengo conocimientos de primeros auxilios -expliqué con mi mejor cara de compungida, el labio inferior me temblaba levemente -No tengo idea de qué ocurrió aquí -recorrí con la mirada los cuerpos como en shock con las manos todavía en mi cabeza -¿No pensarán que tuve algo que ver, verdad? ¡Estos tipos me doblan en tamaño! Soy inocente... -murmuré al borde de la desesperación.

Manipulación

[Solamente los administradores pueden ver este vínculo]