El sabueso de Daniel (anochecer de un día agitado)

Esperé, no, mas bien desesperé durante horas con la llegada de la mañana.

El alcohol y la excitación la harían dormir un tiempo valiosisimo, un tiempo donde yo hubiese querido pensar mejor las cosas. Algo así como "dejarla lejos, mudar el atelier y borrar cualquier indicio de su existencia y la mía. Buscar un nuevo lugar, otro taller, otro nombre y por supuesto, otras victimas.

Hubiese querido poder mentirme mejor, darme esperanzas sobre un futuro dpnde seria el amo y no el esclavo.

Como un niño en víspera de navidad, sentí sus pasos desde el atelier, único lugar donde el sol no me invade, y sin saber que hacer, deje que se moviera a su antojo. No me importo que ultrajara la cocina, o deambulara por el patio, abriendo todas las ventanas que podían lastimarme y mucho. LE había dejado las llaves de casi todo el reino, y yo, sombra de lo que una vez fui, ni siquiera pinte.

Tan solo la percibía, inmóvil, como otra pieza mas perdida entre los bastidores, los lienzos y mis intoxicantes pinturas, que no eran suficientes.

Pasaron las horas, efebo se fue, llevandose consigo cierta angustia...que dio paso a algo peor, algo que temía.

"Es hambre danny-boy" decía Caroline en mi oido. "Es la abstinencia del junkie, la sed del borracho...y es todo eso y mas.

Oh danny boy mi danny boy, porque seguir torturándote...el placer esta a una mujer de distancia... Hazlo, AHORA!!!."

Las palabras retumbaron en el atelier y en mi cabeza.

Me vi gritando sin voz, aullandole a la luna.

LA puerta se abrió bruscamente, el patio apareció frente a mis ojos y solo podía oler su sangre y escuchar su corazón latir.

Era ambrosía, manjar de los dioses, quería hacerlo, LO NECESITABA.

"Quiero que corras Meredith-le dije- eso lo hace mas divertido.

Hubiera sido fácil, tan fácil derribarla por completo en un súbito movimiento de mis manos, sabiendo que, antes que su cuerpo tocara el suelo, ya estaría entre mis brazos.

Un mordisco fuerte, su ultimo suspiro y el problema estaría resuelto...

Por un momento, un solo momento creí que seria así, tan fácil como chasquear los dedos. Y entonces ella me hizo frente, tan valiente como hermosa, Meredith, el nombre de mi condena.

La oí como si fuera un ángel que me hablaba y me sentí "tocado" por la tristeza de sus palabras. No eramos, en parte tan diferentes, y para empeorar esta locura, volvería a hacerle caso.

Me acerqué despacio, y en un leve movimiento seque sus lagrimas con mis manos, tratando de consolarla.

No me pareció extraño que dudara al principio de mis intenciones, pero hoy estaba demostrado lo que mas temía, no iba a poder lastimarla aunque mi vida, o mas bien mi no vida estuviera en juego.

Volví a mirarla fijo, como nunca, sabiendo que cada palabra seria parte de un acuerdo, una sentencia tan firme como el suelo que pisábamos.

-Esto solo puede funcionar bien de una manera, Meredith. Necesito alimentarme y mi alimento es la sangre, de personas, gente como vos. Esa es ahora mi naturaleza.
No puedo ni debo y esto es una extravagancia, un error en la formula, una segunda y ultima oportunidad.
No quiero alimentarme de tu sangre, pero necesito alimentarme. A mi manera, regularmente o cosas malas van a pasar...y voy a tragarme hasta tus lagrimas, y serás un hermoso recuerdo.
Esta es mi naturaleza y no puedo (y no quiero) cambiarla. No era esto lo que imagine, porque no me imagine llegar a esto.
La llave de la puerta esta a tu disposición, puedes irte cuando quieras. Pero si no lo haces, el único precio es ese."

Saqué un cigarrillo, lo encendí y sentí su alivio, débil y suave.

En una esquina, Caroline me miraba con reproche, mientras aplaudía burlonamente mi discurso.

Le devolví la mirada y le dije secamente: "Soy tu creación, no tu esclavo"

Oír el ruido de sus botas al irse, fue música celestial para mis oídos.

-Ese es justamente el problema, mujer- le dije mas tranquilo- No quiero tu muerte...pero mi sed no se termina con un trago. Es la adicción mas grande que existe, porque mi vida, es decir, mi no vida depende de ello.
Tengo que matar para vivir, Meredith pero tu vida me es importante de alguna manera.
Voy a salir unas horas, no me esperes para comer.-

Me di vuelta despacio, saboreando las ultimas pitadas de mi cigarrillo, antes de encender otro y por fin, de vuelta a la calle, a la noche, una noche perfecta, como todas, para un crimen.

Las calles me ofrecían diferentes manjares, hombres y mujeres con sus familias, jóvenes aprovechando lo que quedaba de su fin de semana, altos, bajos, solos y solas...tanto que probar y tan poco tiempo.

Encendí un cigarrillo mientras decidía que iba a cenar.

"Vamos mundo, dame tu mejor plato"