La conversación prometida

Procuré salir lo más rápido posible de la propiedad con Letholdus a mi lado, no era por nada en particular, solo quería que nuestras palabras no fueran escuchadas por aquellos dos, aunque bien podían leer nuestras mentes.
Caminamos varias calles en silencio, bah, yo estaba en silencio y notaba que él quería hablarme pero estaba esperando alguna señal de mi parte. Dejamos atrás las rejas de numerosas mansiones coloniales, muy comunes en esa zona residencial de la ciudad, finalmente me detuve frente a él y dije -Letholdus, gracias por venir en mi ayuda me tenían acorralada esos dos...
Estábamos al costado de una reja trabajada pintada de dorado que tenía una hiedra salvaje reptando por sus barrotes, las madreselvas caían como una cascada y se detenían a pocos centímetros de nuestras cabezas.
-Creo que te debo una disculpa por anoche... y una explicación.-lo miré a los ojos y me mordí el labio un poco mientras mantenía todavía la carpeta contra mi pecho como si fuera un tesoro.

Salimos a prisa de la residencia, caminando sin intercambiar palabras mientras aumentábamos la distancia entre nosotros y aquellos peculiares personajes.

Tenía algunas dudas, preguntas que habían emergido por los recientes sucesos pero decidí dedicarme a contemplar las construcciones que flanqueaban nuestro paso, no había recorrido ésa zona antes y la novedad del paisaje llenaba mis ojos.

Ella cruzó frente a mí para cortar mi camino y expresar su gratitud, el gesto de morder su labio agregó una mezcla de ternura con riesgo, extraño de describir.

- Querida mía, de necesitar mi ayuda, bastará con que exclames mi nombre, acudiré enseguida. Claro, dudaba realmente dar batalla a aquellos dos, no los conozco pero producen emiten cierta... energía, muy imponente. Si las cosas salían mal, pensaba que podría usar un par de trucos que guardo bajo la manga para dar oportunidad de huir más que enfrentar aunque igual podría haberlo intentado

Noté la carpeta que asía con tanta fuerza contra sí misma, era un detalle al cual no había prestado tanta atención hasta ése momento.

- No hay razón para tener sentimientos de deuda. Aunque claro, tenemos una conversación pendiente, empezábamos a conocernos mejor cuando tuvimos que separar caminos

Sonreí como quien contempla a un niño decir que va a matar a un dragón, -Sí, escapar hubiera sido lo más sensato en caso de necesitarlo pero... no te hubieran hecho nada a ti, o eso creo -susurré encongiéndome de hombros, continuamos caminando. El Barrio Francés estaba lleno de mansiones muy hermosas y esa noche las luces iluminaban tenuemente las fachadas coloniales. Soplaba un maravilloso viento fresco mientras nuestros pasos resonaban calle arriba -Qué solícito eres, Letholdus, pasé de estar sola a tener un caballero al que solo tengo que invocar por el nombre para que venga a socorrerme, me siento afortunada... -lo miré de reojo -¿Y por qué tanto interés en mi bienestar? Puedo revelarte parte de mis secretos sin que tengas que venderme tu alma a cambio -me reí con una carcajada gutural.
-Me encantaría que nos siguiéramos conociendo, ¿Tienes algún lugar privado al cual podamos ir?

Al escuchar su pregunta repasé una lista de sitios donde podríamos conversar sin que oídos indiscretos nos escucharan y donde podríamos gozar de cierta privacidad, pensando también en la cercanía vino a mi mente el lugar ideal.

- Conozco el lugar ideal... ¿Me permite?

Flexioné mi brazo para ofrecérselo mientras caminábamos.

- Un amigo mío, Janick Fellow, tiene una casa cerca de ésta zona, debido a nuestra larga amistad, él tiene la confianza de ofrecerme alojamiento en tal sitio. Te aseguro que podremos conversar ahí sin que nadie nos interrumpa. No se encuentra lejos de aquí.



Sonreí ante su comentario.

- Intentaré conservar mi alma al menos por otra temporada. Pues... Algo me mueve hacia vos, me conecta a tu persona de una forma que no puedo explicar con claridad pero ahí nacen mis intenciones de velar por vuestro bienestar.

Acepté su brazo con gusto y me apreté contra él, aunque manteniendo la compostura y la actitud digna de una vampira de mi edad; caminamos calle abajo y luego tomamos por una curva internándonos en la zona residencial.
Al escucharlo las palabras comenzaron a agolparse en mi mente y se estrangularon en mi garganta, suspiré un par de veces, estuve a punto de decir algo y luego me arrepentí, no solía ir a casas de extraños pero estaba dispuesta a hacer una excepción.
-Sí, vamos a lo de tu amigo, confío en tu criterio -le expresé sonriendo brevemente, me corrí un mechón de cabello hacia atrás.
Se sentía tan reconfortante el calor que emanaba de su cuerpo y el tono de su voz era tan cálido, con una entonación tan correcta y meliflua que tenía un efecto casi narcótico en mí... Me pregunté si era normal que me sintiera tan atraída hacia alguien de manera tan repentina: claro que no, de hecho era algo bastante fuera de lo común. pero fue cuando escuché: "Algo me mueve hacia vos, me conecta a tu
persona de una forma que no puedo explicar con claridad ..." que todo intento de comportarme se fue por la borda.
Apenas esperé a que terminara de hablar: lo tomé de las solapas del saco acercándolo con pasmosa rapidez a mí y lo besé en la boca; solo en ese instante, con sus labios en los míos, caí en la cuenta de cuánto lo había deseado, solo esparaba que él me correspondiera.

El viento movía con gentileza las ramas de los arboles que flanqueaban nuestro paso y nos dedicaban ésa curiosa melodía que ofrece la danza de las hojas, las luces alumbraban tenues la acera por la que caminábamos y la noche nos cubría con su manto como un gentil centinela que contempla con bondad a aquellos a quienes resguarda.

En el horizonte buscaba aquellas señas, aquellas construcciones y objetos que me adentraban en aquel conocido territorio, la familiaridad del espacio que uno asocia con buenas memorias y que hoy nos serviría como refugio.

No sabía aún si encontraría a mi amigo, pero aun en su ausencia, él me había ofrecido tal sitio para guarecerme durante las visitas que llegaba a hacer a la ciudad. Claro, hallarle sería una grata sorpresa.

Sentí como era atraído hacia ella, no sé si estaba usando su prodigiosa fuerza o simplemente me dejaba entregar sin resistencia, quizás no era ninguna de las dos o eran ambas, la verdad es que no me interesaba.

Nuestros labios se tocaron y mi corazón pareció detenerse, a decir verdad, parecía que todo se había detenido, que la creación misma había parado maravillada ante aquella magia que allí ocurría entre nosotros.

Una descarga me recorrió, no estaba seguro de si fue algo que sentí en mi interior o realmente un rayo emergió de mi ser pero la energía estaba presente.

Respondí su beso, a momentos con ternura, a momentos con pasión y mis brazos le rodearon al instante para mantenerla cerca.

¿Qué había pasado? Apenas nos conocíamos, habíamos convivido sólo algunas horas pero se sentía como si ya antes hubiese estado cerca de ella, como si la estuviese buscando desde que tengo memoria y al fin he dado con ella.

Sus brazos cerrándose en torno a mí y la respuesta pasional de sus labios fue el mejor premio que pude pedir, tomé su rostro entre mis manos destempladas y saboreé su boca un rato más, no estaba dispuesta a dejarlo ir tan pronto. Podía sentir una energía vital fluyendo entre nosotros, no solo atracción, no solo la electricidad del deseo, si no también cierto dejo a deja vú que me quitó el aliento.
Cuando me separé de él, no sin pesar, miré dentro de sus ojos profundos como lagos nocturnos, inquirí a sus pupilas por unos segundos, él también parecía embargado por una sensación intensa, difícil de reproducir o explicar; pasé la yema de mis dedos por el costado de su rostro y luego apoyé mi mano en su pecho, tan cálido, solo para tener el latido de su corazón en la palma de mi mano.
Le di una mirada directa, profunda, estaba tan excitada que, al contrario de lo que me había pasado siempre con mis compañeros y víctimas, no quería poseerlo yo a él, sino al revés: si hubiera sido humana le hubiera pedido en ese mismo instante que me hiciera suya. Creo que la sola idea me hizo soltar un jadeo suave, que sonó más como un suspiro contenido.
-¿La casa de tu amigo queda muy lejos? -apenas pude murmurar.

Abrí los ojos lentamente, como aquel que despierta de un sueño grato que ha restaurado sus energías; mi corazón latía con fuerza como si tratase de salir de mi carne y mi respiración parecía la de un naufrago que por fin ha encontrado tierra.

Su tacto hacia estallar mi piel con pequeñas dosis de electricidad, frío y calor, sensaciones difíciles de describir pero que generaban casi imperceptibles temblores con su roce.

Mis labios mantenían una sombra de los suyos, un fantasma del beso que compartimos recreado por cada terminación nerviosa.

Aquel murmullo, un sonido bajo y tímido pero melodioso, una nota hipnotizante que parecía guardar palabras ocultas en la expresión que emergió con su voz.

Me costó forzar mi mente a reaccionar para orquestar una respuesta coherente.

- Se encuentra a la vuelta de la esquina...

Mi brazo buscó el suyo y mi mano tomó la de ella con delicadeza para guiar el camino que nos restaba por recorrer.

- Ven, es por aquí

Alcanzaba a ver entre algunos árboles las chimeneas que brindaban calor al hogar de Fellow y pronto, tras pasar frente a algunas otras construcciones, un extenso jardín se mostró ante nosotros.

Las luces apagadas confirmaban lo que pensaba, mi amigo se encontraría de viaje, situación para la que venía preparado puesto que poseía una copia de sus llaves, no solía cargarlas conmigo pero estando en Nueva Orleans no estaban de más en mis bolsillos.

El sonido metálico de la cerradura y el pesado movimiento de las puertas nos dieron la bienvenida.

- La residencia Fellow, o al menos una de ellas, al parecer mi amigo se encuentra de viaje pero no habrá ningún problema por usarla como nuestro refugio ésta noche. Adelante, por favor.

Entré tras ella para recorrer el jardín hasta la entrada de la casa donde nuevamente tuve que abrir una cerradura.

La penumbra inundaba la casa, suficiente luz para iluminar la blanca piel de Morgana y dar un vistazo al salón al que habíamos entrado.