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Una noche en el refugio de Pontchartrain

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Una noche en el refugio de Pontchartrain Empty Una noche en el refugio de Pontchartrain

Mensaje por Dainen Miér Ago 08, 2012 4:33 pm

Habìa pasado todo el dìa molesta por algo que sabìa bien què era, se paseaba de un lado al otro en medio del pequeño salòn de la gran casa que le habìa heredado su padre, Hangus Rosseau, y èl a su vez habìa heredado de su abuelo, quien se habìa acentado como tantos otros entre el Mississippi y el lago Pontchartrain, vendiendo sus remedios como cualquiera y compartiendo su sabidurìa con los màs allegados o los màs ricos. Sabidurìa que transmitiò a su ùnica hija apenas tuvo edad para entender, cuando tenìa unos ocho años pero en ese momento, Dainen no querìa recordar nada de eso, de la muerte de su madre y hermano, mucho menos del momento en que su padre la dejò.

Puso las manos sobre la gran mesa de roble, robusta y llena de frascos por todos lados, màs allà habìa una especie de librero con pocos pero muy antiguos libros. Dainen levantò la mirada y la fijò en un hueco que allì habìa, Robert se las iba a pagar pero no era el momento, como fuera, aunque furiosa, se alegraba de que ese bastardo se hubiera equivocado de libros y no se hubiera llevado El Maestro, ese ella lo habìa conservado siempre en un buen lugar secreto, aquella casa hùmeda era como una extensiòn de ella.

-Ya volveràs y veràs lo que va a pasarte, Robert...-pensò.

Saliò del salòn, necesitaba despejarse un poco. Lo atravesò aprisa, era àgil y se sentìa llena de adrenalina y con ganas de matar a Robert, ese tipejo dos años mayor que ella y que su padre habìa acogido creyendo que serìa una buena compañìa para ella pero que siempre le querìa robar lo suyo, cerrò la puerta con llave y se la volviò a colgar al cuello. Cuando llegò a la planta baja de la casona, mirò en la mesita, habìa llegado una carta del 'New Orleans museum Art', una sonrisa aflorò en la joven de 26 años, finalmente le daban una respuesta. Abriò la carta con rapidez, se mordiò el labio inferior como hacìa cuando estaba nerviosa.

Màs allà de ser una hechicera de hacìa mucho màs tiempo del que nadie podrìa adivinar, lo cierto era que necesitaba una ocupaciòn para el dìa, para hacerse conocer y se habìa decantado por ser una floreciente restauradora de arte en su ciudad natal y no le estaba yendo mal, aunque si le parecìa eterno. Finalmente terminò de abrir el sobre y si, le solicitaban su presencia para la mañana siguiente pero ya que estaba con tiempo, se darìa una vuelta por el museo. Hizo sonar una campanilla y una mujer rubia y robusta apareciò.

-Nana, mi abrigo y mi portafolios, irè a buscar algo què hacer.

La mujer negò suavemente con la cabeza.

-Pero es casi de noche...

Dainen se volviò a ella, suavizando el gesto, esa mujer era su ùnica conexiòn con lo familiar.

-¿Cuàndo me ha espantado la noche a mì? Nunca, asì que no tienes de què preocuparte, volverè ni bien cierren el museo y sabes que es asì... Si Robert viene por aquì, dale un poco del vino de mi padre... El especial y que espere.

Sonriò maliciosa y la nana tambièn, aunque nunca lo hablaban, Dainen estaba segura de que la mujer sabìa todo. Finalmente saliò y se dirigiò hacia el museo tomando un tranvìa a la vuelta de casa; solìa llamar la atenciòn, quizàs por sus ojos profundamente azules o quizàs por su figurilla que parecìa dèbil pero que no lo era. Estaba acostumbrada a que la mirasen. Bajò del tranvìa sin pensar en nada y en todo, se adentrò en el museo, quizàs consiguiera esa cita antes, quizàs.
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Mensaje por Marius Miér Ago 08, 2012 11:45 pm

Me bajé del taxi y caminé hasta las puertas del museo dejando atrás la vistosa fuente de la entrada, la fachada de este lugar siempre me recordaba a un mausoleo o será que mi mente no logra ver más allá de la muerte que siempre me acompaña.
Había sido un llamado sorpresivo el del director, me había pedido que fuera para ver si podíamos charlar sobre unas nuevas adquisiciones; desde que me había convertido en el principal benefactor del museo mis opiniones eran requeridas con mayor frecuencia de la que hubiera preferido. Por más que me esforzaba por permanecer en el anonimato últimamente me resultaba de lo más difícil y no había vistas de que la situación mejorara: al parecer el Sr. Baxter no podía creer que no quisiera aparecer en los agradecimientos ni en las listas de benefactores ni en los carteles de las muestras que mi dinero ayudaba a traer desde el extranjero, ¿Acaso el ser humano había perdido la capacidad de dar desinteresadamente? Yo era testigo de que no. Entonces, ¿Por qué no dejaba de acosarme?
Como era viernes el museo permanecía abierto hasta las 9 pm por lo que no estaba tan urgido por el horario, me alisé el saco negro y ajusté la corbata carmesí.
Ingresé caminando tranquilamente con las manos en los bolsillos del pantalón de vestir y saludé al guardia estrechándole la mano -¿Cómo estás Elliot? ¿Tu esposa y tus hijos? -pregunté con la mayor naturalidad del mundo -¿El señor Baxter está donde siempre?
-Todo bajo control Sr. Greco, gracias por preguntar -respondió afablemente -Sí está donde siempre -agregó y volvió a su pose de vigilador recio. "Sr. Greco" pensé "Uno de mis tantos rostros en este nuevo mundo".
-Gracias -murmuré mientras me alejaba unos pasos, esperaba que no hubiera salido a dar una de sus rondas por el jardín de estatuas.
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Mensaje por Dainen Jue Ago 09, 2012 12:07 am

Entrò al museo con tranquilidad, como era siempre ella, seguro de sì misma aunque mirando en todas direcciones y entonces vio un pasillo por el cual podìa ver algunas obras y un poco màs allà de este, a un hombre recièn llegado saludando al guardia. Se abriò el abrigo y caminò màs aprisa tratando de darle alcance. Mientras lo hacìa, sacò el sobre de su abrigo y mirò el nombre del hombre que en teorìa la habìa hecho llamar. Pasò al lado del guardia y le preguntò aprisa.

-¿El director?

El hombre señalò en direcciòn al que se alejaba y ella le agradeciò y corriò tras èl sin saber que estaba equivocada al respecto de su posiciòn en el museo.

-¡Señor Baxter! ¡Señor Baxter!

Finalmente, corriendo un poco le dio alcance rozando su codo y esperando a que se diera vuelta. Esperaba a alguien mayor, aunque miràndose en sus ojos, podrìa decir que ese hombre tenìa mucha màs edad.

-Lamento interrumpirlo, señor Baxter... Sè que nuestra cita era para mañana pero estaba cerca y decidì dar una vuelta por el museo. Soy Dainen Rosseau, la restauradora, seguro que me recuerda.

Levantò el sobre mostràndole la que creìa que era la carta que ese hombre le habìa enviado. Lo miraba fijamente a los ojos pero sin ser agresiva, simplemente curiosa.

-¿Me permite unos minutos o està muy ocupado? ¿Un cafè, quizàs? No le robarè mucho tiempo, se lo prometo.
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Mensaje por Marius Vie Ago 10, 2012 3:36 pm

Mientras iba por el pasillo sentí una voz llamando al Sr. Baxter, unos tacos apresurados repiqueteaban por el suelo de porcelanato, me sorprendí cuando una mano me rozó el brazo, me di vuelta inmediatamente.
-Señorita Rosseau, qué apellido tan interesante... -dije mientras le hacía una reverencia con la cabeza -Es un placer conocerla pero lamentablemente yo no soy el Sr. Baxter, mi nombre es Mario Greco, soy uno de los contribuyentes del museo, el señor Baxter, Arthur -la mire dándole a entender que ese era su nombre -También me mandó a llamar, puedo acompañarla hasta su oficina si lo desea -le señalé el pasillo para que continuáramos nuestro camino -¿Así que restauradora eh? Debe ser muy talentosa porque no he visto a restauradoras tan jóvenes.
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Mensaje por Dainen Sáb Ago 11, 2012 3:12 pm

Se sintiò ligeramente avergonzada pero tampoco era el fin del mundo, si Dainen tenìa algo en la vida era seguridad y aunque no fuera el señor Baxter, si era un hombre importante dentro del museo, màs le valìa estar bien con èl. Siguiò caminando a su lado pero sabiendo que quizàs habìa perdido su oportunidad.

-Gracias, señor Greco. Pues digamos que aprendì lo primero sobre arte mientras aùn gateaba...

La joven volviò a sonreìr, se sentìa orgullosa de todo lo que era, eso y lo otro pero sobre todo se sentìa orgullosa de haberlo aprendido de su padre.

-Me temo que yo no podrè ver al señor Baxter, a mì no me mandò a llamar sino hasta mañana pero me tomè la libertad de acercarme al museo y...

Se mordiò el labio.

-Lo lamento, estaba adelantàndome a mi cita y me temo que le estè quitando tiempo.

Detuvo su marcha, habìan llegado a una gran puerta de madera antigua, quizàs tenìa màs de cien años asì, a ojo superficial, unas letras doradas la adornaban y rezaban asì: "Director". Dainen mirò en ambas direcciones y luego clavò su mirada azul en los ojos de Greco y le tendiò la mano.

-Ha sido un placer. Supongo que hasta aquì puedo acompañarle, señor Greco...
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Mensaje por Marius Lun Ago 13, 2012 10:47 pm

-¿Tan pronto nos abandona? -entrecerré mis ojos y le estreché la mano, un suave aroma a crema y almendras se quedó impregnado en mi piel sin poros, últimamente estos pequeños detalles de los mortales con los que tenía contacto me llamaban poderosamente la atención: un perfume epecífico, un color de labios, algún gesto o muletilla, no podía dejar de notarlos y apreciarlos con gusto, quizás me sentía ya tan distanciado de la humanidad que la miraba de manera antropológica; pero no, si había algo que había aprendido con el correr de los siglos era que cuanto más pensaba que había perdido mi humanidad con más fuerza surgía y en el momento menos esperado.
La muchacha estaba radiante, se la veía enérgica y decidida, me gustó su actitud y decidí ayudarla -Le propondré algo: acompáñeme y deje que le presente a Arthur, no creo que le desagrade su actitud de empezar cuanto antes.
Antes de que respondiera golpeé la puerta de madera y esperé a que respondieran desde adentro; solo se escuchó silencio, volví a tocar y tampoco respondió nadie esta vez.
-Mmm, parece que se ha ido, pero no debe estar muy lejos -dije tratando de consolar a la muchacha -Podríamos hacer tiempo y volver dentro de un cuarto de hora o media hora a ver si ha regresado. ¿Qué le parece?
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Mensaje por Dainen Mar Ago 14, 2012 2:45 pm

Lo mirò a los ojos con una media sonrisa, sintiendo aùn el tacto de su piel que a la joven le pareciò ligeramente frìo pero quizàs eran sus propios nervios que aunque no los dejaba ver, estaban allì.

Nadie respondìa del otro lado y al parecer, iba a ser dìficil dar con Baxter. Pero Dainen no era alguien que se diera por vencida tan facilmente, asì que escuchando la proposiciòn de Greco, se dijo a sì misma "¿por què no?"


-Pues me parece una excelente idea, señor Greco. Despuès de todo, no tengo nada mejor que hacer, aunque mi nana seguro se estarà tronando los dedos hasta mi llegada.

Mirò en todas direcciones pero luego dejò que èl la condujera, su padre le habìa enseñado que la mejor manera de cautivar a un hombre es hacièndole creer que èl tiene la sartèn por el mango y eso le divertìa. Por un momento recordò a Robert y su gesto se volviò adusto pero luego volviò a mirar al caballero.

-¿Què me va a mostrar, señor Greco?

Dainen sonriò clavando sus ojos azules en los de èl, habìa algo que no alcanzaba a entender què era pero estaba segura de que no era un hombre tonto como cualquiera; habìa algo màs y cada vez tenìa màs ganas de averiguarlo.
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Mensaje por Marius Jue Ago 16, 2012 10:35 pm

"Mi nana", no pude sino amagar una sonrisa, no podía dejar de imaginarme a una mujer entrada en años con cofia con volados y salto de cama.
-Puedo mostrarle lo que usted quiera -solté sonriendo sutilmente, inmediatamente agregué -Conozco este museo como la palma de mi mano así que tan solo tiene que decirme qué quiere ver y yo la guiaré...
Me metí las manos en los bolsillos del pantalón de vestir y di unos pasos. A unos metros de ella pude observarla con más detenimiento, era una jovencita hermosa y muy astuta, dos cualidades irresistibles en una mujer, por lo menos para mí.
Tuve el impulso de contemplar su figura con más detenimiento pero quizás lo tomara como demasiado atrevido de mi parte, y lo era. Me focalicé en sus bellos ojos azules -Dígame, señorita Rosseau, ¿Cómo nació su amor por el arte? Me ha dicho que aprendió lo primero de arte cuando gateaba así que deduzco que viene de familia, ¿Cuándo supo que esto era para usted? La familia puede inculcarle a uno muchas tradiciones y conocimientos pero no siempre hacen mella en uno, lo sé por experiencia -recordé a mi familia mortal, en cómo me habían obligado a participar en la guerra, en los deberes de las familias patricias y de los senadores romanos que con tanta maestría había aprendido a evitar para retornar siempre a mis libros, después de todo tenía alma de historiador.
El aroma de su sangre era encantador y su corazón bombeaba con fuerza, armónicamente, como los golpes de compás de alguna sonata de Listz. Siempre me ocurría lo mismo, siempre la imagen ideal, la visión, el momento de cuadro que merecía la inmortalidad en un lienzo me robaba el corazón y me quedaba mirando fijo como un adolescente enamorado en el momento menos indicado; sentí que un leve rubor me subía por las mejillas para apagarse casi inmediatamente, me maravillé de la humanidad que todavía había en mí.
-¿Tiene algún pintor favorito o escuela a la que le tenga más simpatía que a otras?-inquirí para ocultar mis elucubraciones.
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Mensaje por Dainen Vie Ago 17, 2012 2:54 pm

Lo miró, aquello parecía un intento de sonrisa pero no estaba muy segura del por qué, así que no dijo nada al respecto. Sabía perfectamente lo que quería ver en el museo, de hecho ya lo había decidido antes de conocer a Greco.

-Creo que el jardín de esculturas estaría bien para empezar.

Comenzó a caminar, siguiéndolo pero en realidad conocía bien el camino. Había estudiado el museo mucho antes de aplicar para el puesto de restauradora en él.

-Verá, lo supe cuando tenía alrededor de dieciséis años, mi abuelo aún vivía y solía restaurar en casa... No había nada más atrapante que quedarme horas con él, mirando lo que hacía y cómo lo hacía, luego mi padre también, aunque mi madre no estaba muy de acuerdo.

Sonrió mirándolo y mostrándole la puerta que los llevaría hacia el jardín, segura de que él se daría cuenta que ella sabía más de lo que había dicho en un principio y aunque sabía que la miraba, eso no le molestaba, seguía conduciéndose con seguridad. Y pensando un poco en cómo armar su presentación, que aún cuando ya la había preparado para el director, no sabía muy bien cómo hacerlo para el caballero desconocido.

-Cuando tenía diecinueve años, casi veinte, con mi abuelo fallecido unos meses atrás, mi padre fue llamado a Francia para restaurar una pieza especial. Era una pieza perdida, nadie sabía su procedencia pero eso no fue problema para mi padre. Apenas verla, dijo que era para mí aún cuando no había concluido los estudios y bajo su asistencia, hice mi primera restauración casi profesional en una pieza que aún se conserva en lugar desconocido para cualquier mortal. Tras terminar...-el jardín conlas primeras esculturas se presentaba ante ellos, era una noche fresca pero hermosa.-Bueno, me enamoré y comencé a buscar al autor de dicha obra... Resultó ser parte de unos murales hechos para el conde de La Provenza, Rey de Napoles, Robert de Anjou por Giotto. Una obra única y desconocida para muchos... Arte gótico religioso, señor Greco, una delicia, seguro que le gustaría... Y desde entonces, es lo que más me gusta.

La joven hizo un alto parándose ante una escultura en forma de araña, una de las más queridas en el NOMA y claro, de las más visitadas. Pero no miró por mucho tiempo la escultura, se volvió a Greco.

-Pero concentrarme sólo en Giotto sería muy limitado para mi trabajo...

El viento movió su cabello y continuó su camino con una sonrisa invitándolo a él.

-¿Sabe, señor Greco? Uste me recuerda a El Greco, ese pintor renacentista... Doménikos Theotokópoulos, ¿no tendrá algo de descendencia de él?

Dainen lo miró fijamente, quizás era una tontería pero nunca se sabía y tampoco sabía de dónde era él.

-¿Y a usted qué es lo que le gusta? ¿Es un artista o sólo un amable hombre que tiene un buen amigo en el NOMA?

Ella se detuvo ante una nueva figura.


Última edición por Dainen el Lun Ago 20, 2012 12:11 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Marius Dom Ago 19, 2012 10:59 am

-Ahh, el jardín de esculturas, claro -dije como para mí mismo -Es un hermoso lugar para estar -la acompañé en el camino hacia el exterior del museo, por la seguridad de sus pasos era obvio que ya conocía el museo, su largo cabello chocolate se movía al compás de sus caderas, era una mortal magnífica, digna de admirarse; me recordó a una cortesana del siglo XVI que había llegado a apreciar mucho y que era famosa por su belleza.
Al oír su relato no pude sino exclamar -¡Menudo comienzo! Creo poder afirmar con seguridad que muchos de sus compañeros de estudio matarían literalmente por restaurar una obra así -salimos al jardín, era una noche nublada como la anterior y el aire gravitaba denso y cargado de aromas a nuestro alrededor: humedad, tierra mojada, pasto fresco, savia de algunos árboles cercanos. Pensé que si hubiera vivido el Renacimiento como yo seguramente hubiera enloquecido, en aquella época se podían ver obras que por su belleza hacían correr las lágrimas y ennoblecían el corazón de los hombres, en cambio ahora eran contados los artistas que no se jactaban de su vacío y que no buscaban solo la expresión de la vanidad.
Me llamó altamente la atención su comentario sobre El Greco, por un instante creí que me estaba tomando el pelo ya que el nombre de El Greco era Doménikos Theotokópoulos, como ella bien había dicho, ¿Cómo mi "apellido" podría estar relacionado con él? A menos claro, que estuviera insinuando que provenía de algún hijo no reconocido del pintor, para lo cual valdría el apellido. Era notable su esfuerzo por desentrañar los misterios de todo aquello que le llamaba la atención.
-Lamento informarle que no estoy relacionado con nuestro querido Doménikos -esbocé una sonrisa afable -Sin embargo siento curiosidad ante su comentario, ¿Por qué le recuerdo a él?- tenía la imagen de El Greco grabada en mi memoria de unas veces que nos habíamos cruzado en Venecia y no me parecía en nada a él; mientras esperaba su respuesta contesté su pregunta -Toda mi vida he apoyado siempre al arte, señorita Rosseau, pero ya que lo ha mencionado sí, soy artista yo también, aunque mis cuadros distan de estar colgados en este lugar sacrosanto.
Un delicioso silencio nos rodeaba, solo se oían los grillos y el ruido de las ramas de los árboles meciéndose con la brisa.
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Mensaje por Dainen Lun Ago 20, 2012 12:00 pm

Dainen sonrió satisfecha porque sabía que era verdad.

Muchos de sus compañeros habían manifestado en voz alta la envidia que les causaba la suerte de la joven Rosseau y otros, simple y sencillamente habían empezado a aborrecertla sin siquiera intentar disimularlo pero eso poco le importaba a ella, con un poco de soberbia al buen estilo Rosseau, sentía que no necesitaba a nadie más que su familia, su padre y su nana y cuando su padre faltó, simplemente se necesitaba a ella misma.

Lo miró.

Miró al ojiazul, era realmente encantador, apuesto y con un misterioso halo artístico que le daban ganas de estudiar; se recompuso y a apartó la mirada lentamente, sin prisas y si quería darse por aludido, para ella estaba bien, si no, también estaba bien.


-Digamos que tuve las miradas en la espalda el resto de la carrera. Algunos incluso creían que no me lo merecía pero..., ¿sabe, señor Greco?

En ese momento hizo una pausa, dejando que el aire se llevase el sonido de su voz diciendo su nombre, rodeó la figura que estaba ante ellos en esos momentos hasta quedar frente a Greco con la figura en medio de ambos y mirando por uno de los huecos que hacía el brazo de la figura, prosiguió.

-Soy de la creencia de que: en este mundo, cada quien tiene lo que se merece, ni más, ni menos...

Se había puesto seria al decir aquello, era una frase que había pasado de miembro en miembro de su familia, el abuelo del padre de su abuelo, el padre de su abuelo, su abuelo, su padre, ella debió ser un hombre pero no lo había sido y su padre había aprendido a vivir con ello. Los ojos de la mujer brillaban del otro lado de la estatua hasta que se movió para volver a reunirse con él pasando por muy de cerca y rozándole un poco con el hombro. ¿Había sido premeditado? No era posible saberlo, sólo alguien que la conociese mucho sabría si aquello había sido fortuito. Se detuvo justo en la Venus Victoria que descansaba justo a un lado de la escultura roja que no era otra que la palabra LOVE, le hacía gracia.

[Solamente los administradores pueden ver esta imagen]

-No, ciertamente no se parece en nada a El Greco, sólo supuse y perdón si lo he incomodado con mis suposiciones... Es sólo que me dejo guiar por nombres y tal, cosas de la profesión. Claro que nunca habría sospechado que fuera por bastardez, sino porque a veces la descendencia prefería usar en lugar del apellido del artista, el apodo de éste... Sólo uní el apodo del artista, con su apellido, una tontería. Me disculpo.

Miró la Venus de arriba a abajo.

-Ahora las mujeres no somos así, los estereotipos a veces dan asco... Pero a mí me parece preciosa, ¿y a usted?

No puso sus ojos en él, pero sabía que estaba cerca, era como si pudiese sentirlo allí detrás a escasos pasos de su figura.

-Me imagino y espero no ofenderlo, que es usted muy critico con usted mismo y por eso me dice que sus cuadros distan de estar aquí pero creo que necesita otro ojo para decidir eso, un ojo que no sea el suyo, que no esté acostumbrado a su grandeza o a su mediocridad si es que sus cuadros son mediocres... Sólo entonces sabrá si sus cuadros son dignos de las paredes del NOMA.

Se volvió y le guiñó un ojo, sabía que él podía soportar que ella fuera franca y firme al mismo tiempo o al menos lo esperaba.
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Mensaje por Marius Miér Ago 22, 2012 1:17 am

La jovencita me dio una mirada deliciosa, mezcla de seducción y recato, le sonreí quedamente, amable, no podía negar que me sentía halagado pero tenía que ser prudente, el desliz de la noche anterior había sido una señal de alarma para mí: hacía tanto que no me relacionaba con humanos más de unos pocos minutos que ya no sabía leer correctamente sus intenciones la mayoría de las veces.
-Una creencia peligrosa, si me permite opinar -musité entrelazando las manos en la espalda -La vida a veces es caprichosa, aunque es cierto que somos esclavos de nuestras decisiones, eso se lo concedo -permanecí unos segundos en silencio, sin pretenderlo habíamos tocado un asunto delicado para mí, pensé en Akasha, la reina por la que lo había dado todo y en el revés con el que me había traicionado... La furia brotó de la herida que todavía tenía abierta en mi interior y volvió a calmarse; traición, sí, por fin podía decirlo para mí mismo, ¿Para qué negarlo más? Me sentí cansado en lo mas profundo de mi ser.
Alcé al vista y mis ojos se encontraron con los suyos que brillaban como zafiros al otro lado de la estatua que se erguía entre nosotros, luego pasó a mi lado y nuestros cuerpos se rozaron apenas, de seguro le llamaría la atención mi contextura más gruesa de lo normal, con suerte no lo notaría.
-Señorita Rosseau, ¿Puedo llamarla Dainen? Quiero que sepa que está lejos de incomodarme, me agrada su curiosidad, hoy en día es una cualidad casi extinta y si nos ponemos a pensarlo ha sido la curiosidad la que nos ha hecho avanzar a lo largo de los siglos, la curiosidad como quien dice, "constructiva" o científica -expliqué, no quería que la muchacha se apenara en vano. Luego dijo algo sobre los apellidos y los artistas que me produjo una leve sospecha, estaba relacionado con algo que había pensado... y que no había manifestado. La miré de reojo y contemplé la idea de sondearle la mente para ver si acaso tenía una espía inesperada, pero enseguida me disuadí, estaba demasiado reticente últimamente, de seguro al pobre chica había tenido un golpe de suerte o quizás yo mismo le había enviado mis pensamientos sin proponérmelo.
Ante sus palabras sobre los estereotipos no pude sino esbozar una sonrisa, yo que había amado a mujeres y hombres de tiempos pretéritos y actuales tenía cierta idea de lo que me estaba comentando -La belleza es una suma de factores y por experiencia puedo asegurarle que el interior se proyecta en el exterior, eso es lo que suele atraparnos. Por más bonito que sea un rostro se termina tornando mustio si es solo una cáscara vacía.
Miré nuevamente la escultura, me recordó a una modelo que había posado para mí hacía ya más de 500 años.
-Sería un honor que sus ojos examinaran mi trabajo -terminé por decir, inclinándome condescendiente hacia ella, nuestros rostros se acercaron un instante maravilloso en el que los aromas de la naturaleza que nos circundaba se conjugaron con los sonidos de la sangre corriendo por sus venas, música para mis oídos, deleite para mis sentidos.
Me alejé por su bien, era demasiado joven para saber a qué se estaba enfrentando.
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Mensaje por Dainen Miér Ago 22, 2012 12:30 pm

Levantó una ceja, le gustaba el hecho de que él fuera capaz de defender sus ideas: ¿Qué era un hombre si perdía sus pensamientos por unas faldas? Siguió caminando, no había nadie más en el jardín, quizás porque pronto llegaría la hora de cerrar el museo o quizás sólo era que tenían suerte.

-Supongo que es precisamente a eso a lo que se referían los hombres de mi familia.

Nuevemante se detuvo, esta vez frente a una pequeña fuente con tintes orientales, el sonido era relajante, incluso ella lo necesitaba a veces.

-Y hablando de la familia, antes ha dicho que sabe por experiencia que aunque la familia intente inculcarnos algo, no siempre hace mella, ¿le molestaría contarme por qué dice esto?

Cuando la joven dijo aquello, lo miró con una media sonrisa porque no quería que se sintiera forzado, siemplemente estaba saciando su curiosidad y a él parecía agradarle ésta.

-Dainen está bien, de hecho, si seguía llamándome señorita Rosseau, pronto me sentiría como una solterona entrada en años.

Entonces río, libre y llanamente.

Con la confianza del que está con un amigo, finalmente él mismo parecía decirle eso: que estaba en confianza. Entonces retomó el tema que habían iniciado minutos antes y que a ella le resultaba tan fascinante como la compañia.


-Señor Greco, sin curiosidad, dificlmente sería hoy una restauradora... Sólo espero no ser la última que sienta curiosidad, el mundo se perdería de mchas cosas. Nosotros mismos perderíamos el gusto por tantas cosas que aunque desconocidas, están ahí para ser descubiertas.

Y entonces lo escuchó hablar de la belleza, sin duda debía tener cuadros realmente hermosos si era capaz de hablar así. Sublime, sutil y apasionado, ella no podía etiquetarlo pero le gustaba descubrir ciertas tendencias en las personas y más si eran personas interesantes como Greco.

-Sin duda tiene razón. Una persona puede ser hermosa pero si al final del día, en un sillón para dos, no tiene una buena charla que ofrecer, un momento de risas y sonrisas y hasta de juegos, creo que la cosa pierde sentido. Pero..., ¿qué le voy a hablar yo de esto a usted?

Dijo haciendo alusión a que seguramente había tenido muchos más amantes que ella. Se recompuso volviendo a retomar el camino, había pasado mucho más de media hora cuando el guardia les dio alcance y le comunicó a Greco que Baxter había tenido una emergencia y que le llamaría para disculparse y agregó que sólo tenían quince minutos antes que cerraran el NOMA.

-Bueno, parece que hoy no veremos al director...

Pero no se sentía decepcionada, extrañamente estaba muy a gusto. Mucha más que si hubiera adelantado su cita con el director.

-Será un placer hacerlo cualquier día de estos..., mirar sus cuadros con ojo critico...

Se volvió a mirarlo, quince minutos le sabían a poco, así que hizo una amable oferta.

-Mi nana hace una carne deliciosa al estilo cajún esta noche, ¿qué le parece si le devuelvo la cortesía invitándolo a cenar?

La pregunta estaba en el aire.
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Mensaje por Marius Jue Ago 23, 2012 12:42 am

Le devolví una sonrisa serena con mis labios cerrados y aspiré el aire de la noche recién nacida, pensé en cómo explicarle la situación con mi familia mortal, que había sucedido hacía ya milenios, sin que se me deslizara algo que despertara dudas sobre mi edad y mi naturaleza.
-En realidad estoy seguro de que habrás oído la misma historia varias veces, Dainen, porque desde siempre los padres piensan que algo, una profesión, una carrera, un matrimonio, es lo mejor para sus hijos y los hijos piensan que están equivocados... y hacen lo contrario. Debes encasillarme en este último grupo -ahogué una risa y proseguí -Mi padre era militar y de familia de renombre, digamos que él quería que siguiera sus pasos y cuando no lo hice me gané su enojo y su decepción.
Ante sus palabras sobre la curiosidad asentí en silencio y agregué -Ojalá todos pensaran como tú, a lo largo de mi vida el mundo y sus maravillas no han dejado de asombrarme, es esperanzador ver que hay más personas que piensan de ese modo.
Finalmente me invitó a cenar a su hogar, esta clase de calidez humana no dejaba de causarme admiración. Me resultaba muy agradable la compañía de la muchacha y era obvio que la mía a ella también, si no ¿Por qué me invitaría a su casa apenas conociéndome? De algún modo deseaba saber más, ahondar en su vida y su historia familiar, que parecían muy interesantes.
-Sería un placer -acepté de inmediato, ya había fingido comer delante de
los mortales, no creía que fuera problema repetirlo esta vez.
Le ofrecí el brazo para conducirla hacia la salida, el guardia había sido claro en que nos quería fuera en 15 minutos.
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Mensaje por Dainen Jue Ago 23, 2012 11:26 am

Estaba totalmente convencida de que había mucho más en Mario de lo que sus ojos podían adivinar pero si había algo que apreciaba realmente era, descubrir poco a poco a las personas cual si fueran un cuadro que guarda pistas sobre el artista y el hombre a su lado parecía un candidato perfecto para ello. Además, si había un lugar donde podía sentirse más segura aún, ese era su casa. Se colgó de su brazo mientras empezaban a volver para salir del NOMA y con un movimiento de hombros le respondió.

-¡Vaya! Lo lamento, aunque me alegro de que te hayas rebelado, después de todo, no somos nada si hacemos algo que no nos gusta por imposición y el cuerpo termina pudriéndose, perdido en medio de miles de decepciones y cada día es más pesado que el anterior... Yo tuve suerte, macabra suerte, mi madre quería que me casara con un francés y ya tenía elegido al hombre, bueno, al niño, yo tenía cuatro años cuando lo decidió, él tenía diez y ella murió cuando yo tenía once... Así que pasé siete años oyendo sobre mi futuro esposo francés y a mi padre gruñendo por lo bajo, creo que si hubiera llegado a la edad que mi madre esperaba para casarme, mi padre me habría enviado lejos para evitarme tal martirio.

La joven sonrió y luego rió, no le gustaba mucho hablar sobre su madre porque nunca había sido su favorita y se lo había dejado ver pero le había salido de forma natural contarle aquello. Finalmente la escalinata frontal del museo apareció entre ellos, tras de sí, dejaban al guardia que les había saludado con un gesto de la mano y una sonrisilla que ella quiso ignorar. Seguía colgada de su brazo y alejada ya de las distracciones dentro del lugar, se percató de que él no era tan delgado como le había parecido. Iba a decírselo pero le pareció que podía ofenderlo con ello. Se apretó un poco más a él y le señaló el final de la calle hacia la zona este.

-A unas veinte calles de aquí está la casa Rosseau, ¿caminamos o tomamos el tranvía o un taxi?

Pero no lo dejó responder, amaba el tranvía tanto como amaba aquella ciudad y justo se había parado ante ellos. Subió y pagó por ambos sin pensar y le guiñó un ojo sonriente como una pequeña niña que hace algo que le gusta mucho, aunque en realidad no distaba mucho de ser así y se sentó junto a la ventanilla y esperó a que él hiciese lo mismo, aunque pronto estaban descendiendo en una esquina muy cerca de la orilla del río y caminando por una calle humeda y con olores a Nueva Orleans.

-¿Ves aquella? Es mi refugio...

Y mi vida. Y mi cuerpo. Y mi padre. Y mis hierbas. Y mis hechizos. Hubiera podido agregar pero no lo hizo. Sacó de su chaqueta unas llaves que tintineaban más de lo normal, tenía dos pequeños cascabeles atados con una cinta roja pero antes que pudiese meter la llave en la enorme puerta de madera obscura, esta se abrió ante ambos. Tras ella, la robusta figura de una enorme y rubia, aunque canosa en gran parte, mujer, que ciertamente tenía una cofia blanca y un delantal del mismo color, sonrió animosa al ver a su niña.

-Mi niña, ya estaba empezando a preocuparme...

Entonces echó una mirada al acompañante de Dainen, sin ninguna suspicacia, sólo porque era un hombre que estaba con su niña y ella debía asegurarse de que no era un peligro.

-Buenas noches, nana. Él es Mario Greco, artista y filántropo del NOMA y nos morimos de hambre por una delicosa carne cajún que ya puedo oler desde aquí... ¿Nos dejarás pasar?

La mujer sonrió, tenía cerca de sesenta años pero parecía de más y tenía al servicio de los Rosseau más de cuarenta años. Se hizo a un lado para dejarlos entras y Dainen tomó sorpresivamente la mano de Marius y lo hizo entrar con ella. El salón era enorme, de techos altos y pisos de maderas obscura, incluso en algún punto rechinaba, especialmente cuando Anne, la nana, transitaba por ellos. Dainen no preguntó por Robert y pasó a Mario directo al salón comedor donde una enorme mesa aguardaba, sobria para una joven como ella pero perfecta para una familia como la que una vez fueron. Una pared estaba llena de libros, otra de replicas de obras famosas y muy antiguas, sólo había una obra original, era Giotto, desconocida pero no para ella y en la otra pared, bueno, había un amplio ventanal que daba a un jardín grande, aunque no enorme, que era alumbrado por candiles que daban un tono nostalgico al lugar. El resto de la casa, no era visible de momento. Era una casa obscura, con un olor peculiar a rosas o jazmines, alguna especie de incienso.

-Bienvenido a mi casa, Mario.

Fue la primera vez que mentó su nombre mirándolo.

Mientras tanto, Anne terminaba los últimos detalles en la cocina y ellos tendrían unos minutos para conversar.




Última edición por Dainen el Vie Ago 24, 2012 11:57 am, editado 1 vez
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Mensaje por Marius Vie Ago 24, 2012 11:41 pm

Me dejé llevar por la muchacha, era cálida su presencia a mi lado y me gustaba su ímpetu. Noté que me apretaba demasiado y no supe cómo interpretarlo, mis sentidos y mi experiencia con humanos me decían que había una sola manera de leerlo, pero quizás solo estaba expresando su ansiedad o quería ser amigable.
Me contó sobre su compromiso y me pareció lo más natural del mundo que se quisiera zafar de él, se lo expresé verbalmente -Mis padres también quisieron arreglar un matrimonio para mí -compartí para dejar en claro que conocía la situación -Es una suerte que hayas logrado zafarte de ese sino, no pareces del tipo de chica que se doblega ante el destino -dije resultamente y me encogí de hombros.
Me condujo calle abajo hasta una casona con porche de madera lustrada y un jardín frondoso y aromático, las madreselvas que endulzaban el aire tapaban el vago hedor del río. Noté que había muchas plantas medicinales, algunas las había visto solo en libros.
Al abrirse la puerta apareció la nana de la muchacha una mujer fornida y entrada en años, inspiraba respeto y algo más, había algo en el brillo de sus ojos, como si tratara de dilucidar qué era yo... tendría que lucirme con mi actuación de esta noche.
Me tomó de la mano, para mi sorpresa, y me llevó directo al comedor de la casa, era una típica casa del bayou, elegante pero no ostentosa. Me complació que tuviera una biblioteca tan al alcance de la mano, me quedé observando los títulos que había en el estante que estaba a la altura de mis ojos, quizás fue demasiado atrevido de mi parte pero tomé uno y lo abrí, era un ejemplar gastado con forro de cuero repujado y ese olor a tinta tan característico de las impresiones de antaño, hundí mi nariz entre las páginas y aspiré suavemente el perfume de las letras.
Alcé la vista nuevamente y murmuré -Tienes un hogar de lo más encantador, Dainen, siento como si ya hubiera estado aquí antes. Gracias por recibirme -sonreí veladamente y cerré el libro, lo dejé de nuevo en su lugar y recorrí con la vista las réplicas de pinturas -Son de muy buena calidad -comenté acercándome a una de Piero de la Francesca -Hasta han tratado de imitar la técnica del original en esta.
Los tacos de Dainen en el suelo de madera eran música para mis oídos, repentinamente el aire se llenó de su perfume y un dulce hálito se exhaló desde su cuerpo, la temperatura de su cuerpo se había elevado repentinamente y la sangre hacía su acto de presencia, tan sórdida y amada que era para mí. "Estúpido cuerpo" me dije "Se te ocurren las ideas más brillantes en el momento menos indicado".
No pude dejar de preguntarme en qué acabaría todo esto, la vida nunca me había dejado de dar sorpresas.
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Mensaje por Dainen Sáb Ago 25, 2012 8:29 pm

Celebro que te sientas còmodo en mi casa...

Dijo la joven sonriendo y acercàndose para ver el libro que habìa tomado.

-Mi padre muriò sin poder conseguir una primera ediciòn de ese libro, es curioso que justo lo hayas tomado, yo quizàs lo busque.

Sòlo en ese momento se dio cuenta de que hacìa un rato que habìa dejado el señor Greco y se sonrojò de darse cuenta pero ya no habìa marcha atràs. Intentò disimularlo y se parò justo a su lado mirando las pinturas.

-Se consiguen buenos imitadores pero nada como los originales, ¿què me dices de este Giotto?

Era su gran orgullo, una obra que su padre habìa conseguido comprar y le habìa regalado cuando cumpliò el medio siglo de vida.

-¿Te gusta? Es muy Giotto pero tiene una bella historia, la del pintor, claro... La de su lugar en esta pared, sòlo es arte de mi padre. Giotto nos muestra que dejò el bizantismo en el pasado en esta pintura, se apodera de los colores y el volumen y el pasaje, urbano o rural, es siempre parte principal de la escena.... Lo siento, tù debes saber tanto o màs que yo.

[Solamente los administradores pueden ver esta imagen]

La nana apareciò, afuera una ligera lluvia se dejò caer y el olor a tierra mojada entrò por alguna ventana abierta. La mesa fue puesta en cuestiòn de segundos, casi siempre comìa sola o con Robert, esta noche era diferente y se alegraba de tener a Mario allì pero no querìa que pensase mal de ella, lo aclararìa prontamente.

-Es un placer tenerte en casa, casi nadie conoce dònde vivo pero me pareciò que eras alguien discreto e inteligente, asì que doblemente bienvenido.

Ella sonriò tomando dos copas de la mesa y entregàndole una a èl pero no bebiò y sonriò como una tonta.

-En realidad nunca bebo, pero Anne siempre dice que cuando hay visita, debemos tener la mejor botella de vino en la mesa. Prefiero un buen tè caliente oriental.

Con una mano, lo invitò a ocupar un lugar en la mesa. Estaba resultando ser una noche muy interesante.
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Mensaje por Marius Mar Ago 28, 2012 8:12 pm

-Me gusta el arte y tengo bastantes conocimientos, sin embargo, nunca me cansaré de escuchar las nuevas perspectivas que las personas puedan comunicarme sobre el arte, siempre y cuando sean coherentes- murmuré observando a la pintura y a mi anfitriona alternativamente -Es admirable cómo le imprime profundidad tanto al paisaje como a los personajes en él: los rostros, las expresiones, son las primeras chispas del fuego que luego consumió al mundo occidental con el Renacimiento- algo de nostalgia se coló en mi voz, viejos recuerdos de tiempos pretéritos.
La nana apareció y acondicionó la mesa para el banquete, el olor de la comida me parecía espeluznante aunque estaba acostumbrado a fingir lo contrario -Discreto e inteligente, no me han hecho cumplidos más encantadores en años -sonreí afablemente y acepté la copa de vino y mirándola dije -Me apena saber que has abierto una botella de vino solo para agasajarme, aunque su aroma es exquisito -aseguré oliendo suavemente y moviendo al el contenido de la copa en círculos. Tampoco bebí, dejé la copa sobre la mesa y le aparté la silla a la dueña de casa para que tomara asiento, luego me senté yo.
Tenía que hacer memoria sobre los modales en la mesa aunque la cena parecía informal -Eres una anfitriona excelente, me haces sentir como en mi casa -le agradecí condescendiente y alcé la copa para brindar.
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Mensaje por Dainen Jue Ago 30, 2012 11:05 am

Perspectivas.

Perspectivas, le gustaba la palabra y el mundo que encerraba, lo miró fijamente a los ojos azules, era como estar con un maestro pero al mismo tiempo como estar con un igual. ¿Cuántos años tenía él? Era quizás tan joven como ella, como mucho uno o dos años mayor, en realidad poco importaba, su padre siempre decía que las personas inteligentes no tenían edad y ella lo creía también. Se acomodó en la silla, hacía tanto tiempo que nadie le retiraba una silla para que ella se sentase que sus mejillas se encendieron pero no dejó que eso la distrajera. Levantó su copa con una media sonrisa.


-Estoy segura, de que te han dicho cosas mucho más encantadoras... Ahora, en honor a la verdad, debo decir que no son cumplidos, es sencillamente lo que veo. Luego, puedes resultar un patán e ignorante pero soy humana, suelo equivocarme-. la joven echó a reír, era claramente una broma.-¡Salud!

Dainen apenas rozó el vino, realmente no le gustaba. A ella le gustaban las cosas dulces, el cognac y quizás un poco la cerveza si estaba con buenos amigos pero últimamente casi todos morían pues más bien los había heredado de su padre y eran viejos. Antes que el bebiera, puso su copa en la mesa y volvió a referirse a él.

-Que no te apene, estoy segura que entre el jardinero y mi nana, darán buena cuenta de lo que quede de esta botella.

Le guiñó un ojo sonriente y Anne apareció con la comida, realmente olía exquisito y ella se moría de hambre. Se mordió el labio inferior y agradeció a Anne, luego le dijo que no la necesitaría y que podía retirarse a dormir, la nana gruñó por lo bajo y se alejó murmurando algo pero a la joven parecía no molestarle eso.

-Bon apettit...-dijo naturalmente y dio el primer bocado.-¡Delicioso! ¿Eres de New Orleans, Mario? Porque si esto no te gusta, podemos salir y comer en otro lado.

Se había equivocado antes al no preguntarle pero era mejor tarde que nunca. Afuera la lluvia se hacía más cerrada y un rayo iluminó el cielo, luego vino el fuerte sonido del trueno y Dainen saltó en su silla, estaba incomoda, era algo que no podía controlar porque tenía que ver con la muerte de su padre.
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Mensaje por Marius Sáb Sep 01, 2012 11:15 am

Noté que me miraba con insistencia a los ojos, ¿Qué querría ver en mis pupilas que no pudiera decirle con mis labios? O quizás ella fuera la que quería decirme algo, algo obvio, que nos atraíamos: no hacía falta expresarlo, ambos lo sabiamos.
Contemplarla ruborizarse fue como leer un pasaje de poesía revelador, quedé embriagado por la ráfaga del dulce perfume de la sangre en sus mejillas y en sus labios, por la forma encantadora en que sus hombros se curvaron al inclinarse suavemente para tomar asiento y dejaron su cuello pálido al alcance de mis ojos; era un ser delicioso, una diosa salida de las entrañas del bayou, una perla de río fruto de esta tierra sureña tan mítica y misteriosa. Pude sentir mis latidos aumentando su frecuencia por unos instantes antes de que lograra doblegarlos: debía ser precavido, no podía cometer más errores de principiante.
Me reí a mi vez ante su comentario y alcé la copa junto con ella, -¡Salud! -apoyé el vino en mis labios y luego lo volví a poner en la mesa -Estoy seguro de que no soy un ignorante -murmuré divertido y comí el primer bocado, luego de centurias de fingir comer con los humanos ya no era tan desagradable, incluso no me desconcentraba el olor indeseable a carne cocida -Esto es un manjar -elogié sonriendo, -No, no soy de Nueva Orleans -afirmé casi inmediatamante -Actualmente resido una parte del año en San Francisco y la otra viajo por el mundo -expliqué, sorpresivamente, no tenía que mentir en esta respuesta sobre mis actividades "humanas".
La vi moverse en su silla ante el trueno, no sabía si preguntarle sobre aquello o ignorarlo, finalmente opté por hacer un comentario -¿Te impresionan las tormentas Dainen? Los romanos decían que Júpiter estaba enojado cuando había tormenta, ¿Has hecho enojar a algún dios? Pueden ser muy vengativos -susurré un poco en broma, un poco en serio.
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Mensaje por Dainen Dom Sep 02, 2012 1:54 am

Finalmente le habìa dicho de dònde venìa y a dònde iba pero lo que no le habìa dicho era de dònde era, como fuese, aquello no le molestò a Dainen, era como dejar lo mejor para el final, ¿y cuàl era el final? No lo sabìa, conocìa el comienzo en el NOMA pero realmente sabìa mejor que nadie que los finales se escribìan solos y segùn lo que sucediera entre dos personas. ¿Què era un joven hombre atractivo pero sobre todo interesante? Claro que lo era, eso no la abrumaba, la abrumaba un poco no poder contarle quièn era ella de verdad y cuando le preguntò por la tormenta y los dioses, sonriò de medio lado dejando su cuchara en el plato y levantando la vista hacia èl y luego hacia el jardìn.

-Debo haber hecho enojar a muchos dioses pero sobre todo a la naturaleza...

Se girò suavemente al tiempo que se levantaba el cabello enredàndolo sobre sì y dejando apenas unos mechones que no cubrìan la nuca, señalò hacia el jardìn. En èl, se podìa ver la lluvia y en el centro de este, un pequeño kiosco que era alumbrado pero que parecìa muy viejo, eso señalaba con su dedo ìndice, delgado y elegante.

-Una tarde de tormenta, allì... Mientras mi padre hacìa un trabajo, un rayo le dio una muerte fulminante.

En ese momento la voz se le quebrò, recordò como en un sueño que habìa hecho de todo lo que èl le habìa enseñado pero ningùn hechizo aprendido, ninguna yerba milagrosa, ni tampoco cualquier ayuda humana fue capaz de salvar la vida de su padre. La joven respirò profundo, evitando las làgrimas, ¿què iba a pensar èl si la primera vez que lo llevaba a casa a cenar, se largaba a llorar como una nena? Nuevamente se volviò a èl, aunque sabìa que no evitarìa que èl se diera cuenta, intentò sonreìr.

-Asì que asumo que hice enojar a todos los dioses, no me dieron los poderes para ayudar a mi padre....

¿Por què dijiste eso? Se recriminò a sì misma pero ya estaba dicho, ademàs, de momento podìa confiar en èl, no le habìa dado motivos para no hacerlo. O quizàs simplemente habìa llegado el momento de confiar en alguien màs, apartò la vista un instante, Mario era un extraño, no podìa decirle lo que era, pensarìa que estaba loca o peor, que querìa impresionarlo, engañarlo, se mordiò el labio para no seguir hablando.

-Pero bueno, no viniste a aquì para que te arruine la noche con cosas tristes, ¿verdad?

Tenìa los ojos humedecidos pero esta vez sonriò de verdad.
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Mensaje por Marius Mar Sep 04, 2012 11:37 pm

Como siempre que dejaba que mi lengua se soltase terminaba arrepintiéndome de mis palabras, al principio pareció que iba a relatar una anécdota de su infancia y de pronto estaba contándome sobre la muerte de su padre, me revolví en mi asiento, mi empatía me impelía a ir junto a ella y tratar de confortarla pero mi prudencia me decía que permaneciera en mi lugar.
En contra de mi razón me levanté de mi silla y fui hasta ella, siguiendo un impulso tomé sus manos calientes en las mías, casi frías -No hay forma posible de que me arruines la noche, Dainen.
Quería darle consuelo pero quizás sería tomarme demasiadas atribuciones con su persona -Quiero que disculpes mi comentario tan profano, si hubiera sabido que evocaba un recuerdo tan doloroso no lo hubiera aludido jamás... -aseguré con gesto grave. Unas palabras que había dicho me quedaron rondando en la cabeza -Los dioses son unos seres caprichosos y ni siquiera los poderes más altos pueden remediar la muerte, mi querida -"Salvo el poder que tengo yo y aún así tiene que haber vida en la persona para que funcione" pensé para mí mismo.
-¿Hay algo que pueda hacer para que te sientas mejor? Me siento el responsable indirecto de tu tristeza -musité y la miré a los ojos buscando alguna respuesta.
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Mensaje por Dainen Miér Sep 05, 2012 1:24 pm

La joven miró las manos que sostenían las suyas, tuvo el impulso de retirarlas y no porque no le hubiera agradado el gesto sino por la sorpresa y sin embargo, se sintió confortada y tanto que negó suavemente con la cabeza apretando las manos de Mario entre las suyas.

-No tienes que disculparte. En realidad, no tenías por qué saberlo... Además, estoy agradecida contigo. Nunca tengo la visita de alguien de mi edad, mis amigos eran los amigos de mi padre.

Estaba muy cerca, mirándolo a los ojos y respirando profundo, no solía perder los papeles y no lo iba a hacer con él pero le gustaba el modo en que la trataba.

-No voy a quejarme mucho de los caprichos de los dioses, soy una mujer joven y no he vivido todo lo que debería.

Parecía un hombre sensible, sin duda a su padre le habría encantado y vio la oportunidad de volverlo a ver cuando le preguntó si podía hacer algo.

-En realidad, hay dos cosas que puedes hacer por mí: La primera, tomar café en el salón al menos hasta que pase la tormenta, luego te llamaré un taxi y la segunda...

Lo pensó un poco pero al final habló.

-Mañana, por la noche, tengo cita con un cliente... Jura tener un cuadro nunca antes visto en sus manos, con un valor incalculable, sé que es raro pero no le creo ni media palabra porque me ha dejado entrever que se refiere a un Giotto, aunque no lo ha dicho abiertamente. ¿Te gustaría venir conmigo? Prometo resarcirte si resulta ser un desastre y una mentira.

Se había repuesto, acariciaba sutilmente las manos de él sin percatarse de la temperatura y ansiaba su respuesta.
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Mensaje por Marius Jue Sep 06, 2012 12:26 am

Sentí verdadero alivio cuando me dijo que estaba agradecida, su comentario de después me produjo curiosidad, sabía que ella era bastante menor a la edad que aparentaba -No creo que tengas 35 años, ¿O sí? -bromeé -Pero entiendo a qué te refieres... -me encogí de hombros, no pude dejar de notar que sus manos continuaban en las mías. Tuve que contenerme para no ceder a la tentación de tomar su rostro entre mis manos y besar sus párpados y sus labios; se veía hermosa a la luz de los relámpagos que entraban por el ventanal y su cabello recogido me dejaba apreciar toda la extensión de su lozano cuello, una excitación casi indecente me recorrió de pies a cabeza y la disfruté como criatura de la noche y de deseos que era.
-Acepto tus condiciones -accedí mirando el reloj disimuladamente, era temprano todavía pero la noche solía pasar rápido cuando se estaba en compañía tan encantadora -Con gusto te acompañaré a ver ese mentado cuadro, no creo que pueda ayudarte mucho dado que no tengo tus conocimientos especializados pero será emocionante -sus manos continuaban en las mías, pude notar, dejé que me guiara al salón para el café, me sentía curiosamente reconfortado al saber que no tendría que inventar una excusa para volver a verla.
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Mensaje por Dainen Jue Sep 06, 2012 11:32 am

Sonriò satisfecha, al menos tenìa una acompañante para presentarse ante Smith. Ese hombre nunca le habìa gustado porque cada vez que la veìa, la desnudaba con la mirada y no es que no pudiese mantenerlo a raya pero si se presentaba con Mario, al menos esperaba que disimulara. Se levantò soltando sòlo una de sus manos, con la otra lo arrastrò por el salòn.

-Me temo que enviè a dormir a Anne, asì que vamos a la cocina.

Lo llevò consigo a la cocina y le dejò sentarse ante una gran mesa de madera antigua, algo màs baja que el comedor, preparò sendos cafès y lo llamò desde la puerta con la bandeja en la mano.

-Vamos, la cocina es el lugar màs frìo de esta casa.

Un nuevo rayo la hizo saltar, odiaba eso. Las tormentas eran su peor pesadilla. Sonriò nerviosa y al fin pasaron al salòn. Habìa sillones mullidos, llenos de almohadones y una pequeña mesa redonda donde ella depositò la bandeja con los cafès. Podìa sentirse una corriente de aire, la ventana estaba abierta. Un gran tapete cubrìa el piso de madera.

[Solamente los administradores pueden ver esta imagen]

-Elige el lugar que màs te guste...

Esperò y luego se sentò a su lado y puso un poco de azùcar a su cafè. Entonces volviò a mirarlo.

-Tengo 26 años, casi 27... El pròximo mes. Y tù no pareces de 35, supongo que debes llevar una buena vida.

Le guiñò un ojo sonriendo, luego de beber un sorbo del delicioso cafè, al menos para ella, prosiguiò.

-Te contarè sobre Smith, es un hombre de aproximadamente cincuenta años, viudo o divorciado, no lo sè...

Como por instinto buscò una argolla matrimonial en los dedos de Mario, no podìa simplemente preguntarle, se le hacìa poco correcto y demasiado evidente. Se obligò a levantar la vista.

-Un tanto pretencioso, aunque millonario, tiene muy poca clase y menos gusto. Estoy segura que no tiene un Giotto pero es una excusa para que yo vaya a su casa y evalùe lo que sea que tenga. ¿Me explico?

No lo decìa del todo pero confiaba en el buen criterio del caballero.

-No espera que vaya acompañada...

Se inclinò un poco hacia èl, se habìa sentado de costado con los pies entaconados subidos al sillòn. Sentìa frìo pero no dijo nada, Anne solìa apagar las estufas cuando se iban a dormir.
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