De nuevo, Elliot Gallery

No sabía como demonios había llegado allí, pero pro la mañana...estaba en mi casa. Había ido por la noche a la galería, y no había bebido nada, así que no entendía porque tenía las cosas borrosas y me faltaban escenas, o eso creí yo. No podía ser, debía aclarar este asunto como fuera. Suspiré levantándome de la cama y me dirigí a la ducha. En cuanto acabé, me aseé levemente. Llovía nuevamente, pero no tanto como por la noche...un momento...¿porque recordaba que por la noche había llovido y no lo demás? No, no podía ser. Cogí el paraguas y empecé a andar bajo la lluvia, resguardándome en el. Suspiré al llegar allí. No habría nadie...era muy temprano...debía volver por la noche...algo me lo indicaba. Di media vuelta y regresé a casa. El día era gris. Miraba por la ventana e intentaba recordar...pero nada...Miré mi abrigo y sonreí. Sasha se había metido en el bolsillo. Era una gatita muy, muy pequeña, de apenas un mes. No sabía como demonios podía subirse hasta allí. La saqué y la dejé en el suelo. Horas más tarde, me enfundé el abrigo, volví a coger el paraguas y salí a la calle. Era de noche, apenas habían sonado las 12 en el campanario. Suspiré y metí la mano en el bolsillo...otra vez...me había llevado la gatita. Negué y seguí andando...no tenía ganas de volver para dejarla. Llegué nuevamente, por segunda vez en todo el dia. Al llegar, piqué levemente.

Nadie respondía. Quería darme la vuelta e irme a casa, era inútil estar allí parada esperando que me abriera la nada. Pero de repente...la puerta empezó a abrirse. Miré extrañada. No era Marius, la verdad...me daba algo de miedo. Tragué saliva e intenté reaccionar rapidamente, aunque claro...mi velocidad de reacción era mínima. Lo miré a los ojos y después miré dentro de la galería.

-Am....bus...buscaba a Marius....

Casi no recordaba el nombre. Sabía que me había encontrado con el, más lo ponía en mi teléfono. Normalmente lo solía apuntar todo, pues soy olvidadiza...pero tanto como para no recordar la noche? Nah...algo había pasado.

-¿Está ahi?

Había algo que no me gustaba en ese tipo, así que no quería acercarme mucho, pero ansiaba saber que había pasado por la noche, así que no me quedaba otra que quedarme allí hasta que apareciera si el susodicho no estaba.

Abrí la puerta y me apoyé en el marco de esta de brazos cruzados, mi chaqueta de cuero crujió un poco. La chica había dicho Marius y no Mario, la miré intensamente para tratar de establecer si mi viejo y querido amigo chupasangre le había develado su identidad a la muchachita por algo en especial... es muy bonita, sí, pero no tanto como para revelarle su más íntimo secreto, ¿Será que planea convertirla en vampiro? Podría llegar a ser una magnífica inmortal si esos eran sus planes, aunque se la veía algo verde, muy joven, aunque, claro, yo no podía decir nada al respecto, después de todo había creado a la vampira más joven y letal que había pisado este mundo.
Tenía que investigar más, Marius me había prohibido usar mis devastadores poderes bajo su techo así que no podía violentar la memoria o los pensamientos de la jovencita.
-Mi amigo no está -musité en forma amable -Quizás quieras esperarlo -me hice a un lado para dejarla pasar, si eso quería -No debe tardarse mucho, a menos que haya olvidado que teníamos que vernos hoy.

Lo miré extrañada. No sabía que hacer...entrar era algo arriesgado, pues no conocía a aquel hombre. ¿y si le había hecho algo a Marius? Bueno...eso no importaba, la cuestión era que necesitaba ver al otro hombre, pues odiaba estar en incertidumbre sobre la noche. Suspiré y asentí.

-Pasaré dentro si no le importa...hace frío aquí fuera...y mi gato se está empapando con la lluvia a pesar de que llevo paraguas...irónico, ¿no?

Sonreí levemente con simpatía y pasé con cuidado, dejando el paraguas fuera. Dejé a mi gato en el suelo y suspiré.

-No seas travieso...ten cuidado

Sonreí con dulzura mientras lo miraba y me giré para mirar al hombre.

-¿Usted tambien pinta?

-Bueno, yo tampoco sé quién eres si somos justos, tendremos que confiar el uno en el otro -sonreí con los labios cerrados y cerré la puerta luego de que ella entró a la estancia. Tenía un aroma delicioso, como a azahares y traía a su mascota con ella, lo cual me resultó sumamente curioso.
-Yo mantendría vigilado ese gatito si fuera tú, aquí hay muchos escondites y podría perderse -le advertí, "Y si descubre el escondite de Marius tendré que matarte, preciosa" pensé.
Era una niña muy femenina y sus movimientos eran elegantes pero con el apresuramiento propio de la juventud, me parecía encantadora, me recordaba a las cortesanas que solía frecuentar antaño tan mesuradas por fuera y salvajes por dentro, me pregunté si esta muchachita también tendría un lado salvaje.
La conduje a la sala de estar de Marius, una habitación contigua al taller en la que él solía pasar mucho tiempo.
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-No, yo no pinto, sería muy agradable tener ese don y poder esbozar el mundo con mis propios colores y formas, pero no me ha sido dado, aunque sí soy habilidoso en otras artes, debo confesar -sonreí de lado y me senté en uno de los sillones morris de cuero que Marius tenía junto al ventanal, -¡Ah! Pero qué descuido el mío, no me he presentado: mi nombre es Lestat ¿Y tú eres? -pregunté señalándole a la joven el asiento contiguo.

fuera de juego: en la foto es de día pero ignóralo, te la puse para que te des una idea del mobiliario y ubicación de los muebles, imagínatela de noche

off: lo imaginé xd gracias por el aviso ^^

Hice una mueca mirando la estancia. Era cierto...no quería que Sasha se me perdiera, pero tampoco quería tenerla en el bolsillo, a ella le gustaba caminar, aunque apenas sabía. Sonreí cuando cayó al suelo y solté una pequeña risa. Me agaché y la cogí.

-¿que ha pasado peque?

Reí y le di un beso en la cabecita. Miré al hombre y asentí.

-Si...pintar es un don muy bello...aunque solo se admirar la pintura de un modo típico...no me gusta nada el arte moderno...odio ver que un punto en un papel es una obra de arte

Sonreí de lado y me senté donde me indicó.

-Me llamo Skylight, aunque todos me llaman Sky, supongo que por los ojos, no se

Sonreí tímidamente y acaricié a Sasha mientras la colocaba en mi regazo.

-Y bueno...¿que dones tiene ? Si se puede preguntar

-Debe ser por eso, tienes unos ojos hermosos y de hecho, me recuerdan al cielo del mediodía -elogié, me sentí extraño diciéndole esas palabras pero era verdad, me recordaba a los cielos de la Auvernia de mi niñez. Hacía mucho que no pensaba en esos recuerdos.
Se colocó al animalito en el regazo, sus ojos verdes como uvas me miraron extrañados.
-Tengo un gran talento para la música -manifesté deleitado de poder hablar de mis dotes -En especial en el piano, instrumento que adoro con devoción -una agradable brisa entraba por el ventanal que daba al patio, de afuera llegaba el murmullo de la fuente -Es más, voy a mostrarte -me sentí de humor para una demostración gratuita de mis talentos, me levanté del sillón y fui hasta el extremo de la habitación en el que descansaba el piano de Marius, no era de cola pero era un buen comienzo, pasé los dedos por las teclas para ver si estaba afinado y sonó de maravillas, me senté en el taburete, ceremonioso, y me eché mi cabello para atrás, como si pudiera afectar en algo mi interpretación pero no importaba, son manías de músico; empecé a tocar algo clásico, simple pero hermoso, no quería apabullarla -Y dime Sky, ¿De dónde conoces a nuestro amigo en común? -sonreí seductoramente, quizás la única manera en que sabía sonreír.

Me sonrojé levemente. Pocas veces me elogiaban así, asi que lo agradecí asintiendo. Sonreí leve cuando dijo lo del piano. Levanté una ceja cuando se retiró el pelo y negué con una sonrisa. ¿De verdad me estaba mostrando, a mi, una pieza asi? Bueno, no dije nada, tampoco iba a decirle que era pianista...me haría tocar, y hacía mucho que no tocaba delante de nadie, era un miedo estúpido, la verdad. Asentí a sus palabras.

-Pues....salí de noche...no soy de las que salen, así que salí fuera, estaba sola, y el tambien, y nos conocimos...aunque desconfié de el...no recuerdo mucho de aquella noche...y eso que no bebí...creo recordar....quien sabe...

Me mordía la lengua, queriendo sentarme a su lado para tocar, pero no debía, no quería estropearle la ilusión al pobre hombre. El tocaba esperando que me emocionara, así que sonreí.

Proseguí con mi demostración musical, decidí continuar con algo más complejo para condimentar la noche.



Mientras oía su explicación (o el intento de ella) sobre cómo había conocido a Marius me percaté, porque era evidente, de que algo había pasado, si esta jovencita lo había conocido en una salida y no recordaba mucho solo podía significar una cosa: él se había alimentado con ella y le había borrado los recuerdos con una impericia anormal en él... Eso no concordaba en nada con los modos meticulosos y prudentes de mi amigo ¿O acaso había cambiado tanto que se había vuelto descuidado? No, no era posible, dos milenios de carácter no cambiaban con unos cuantos años, algo había pasado con esta chica, un accidente, quizás. Si no, ¿Por qué mostrarle su casa, donde reside, uno de los lugares más sagrados de un vampiro? Estaba muy intrigado.
-¿No recuerdas nada y no bebiste? -pregunté haciéndome el inocente -¿No te parece extraño? -inquirí con malicia, aunque manteniéndome en mi postura de ingenuo.
Estaba sentado al frente del piano aún pero la música se había detenido al igual que mis manos. Percibí unas vibraciones provenientes de ella, un deseo. Miraba con insistencia hacia el instrumento.
-¿Sabes tocar tú también? -interrogué haciéndome a un costado en el taburete y palmeando el lugar vacío a mi lado, había lugar para uno más y mientras más cerca la tuviera más chance de actuar tendría si era necesario.

-Claro que me parece extraño...¿de que iba a estar yo aquí hoy si no me lo pareciera?

Suspiré y miré por la ventana mientras el seguía tocando la melodia.Cambió de pieza. Cerré los ojos con suavidad. Aquello me recordaba a mi madre....aquel hombre y ella...tocaban tan bien...tan...harmonioso....sonreí de medio lado y suspiré mientras seguía escuchando. Aquello era mucho mejor...tal vez se dio cuenta de que no me gustaba la otra...demasiado sencilla. Esta en cambio...no tenía nada que ver. Cuando acabó la pieza lo miré y sonreí. Negué mintiendo.

-No...a mi esto se me da muy mal...como mucho ...nah...no se tocar nada

Sonreí leve y negué sin sentarme a su lado. Me dediqué a mirar la estancia con el gato en mi regazo. Al parecer, le gustaba la música, pues se había relajado muchisimo, y miraba con entusiasmo al pianista que teníamos delante.

-Sasha, tenemos suerte, un auténtico pianista tocando para las dos....

Sonreí dulcemente a la gatita y la besé cogiéndola en mis manos

Sonreí ocultando mis colmillos, no había mejor manera de esconderlos que tras una sonrisa, era como la alegoría de la araña adentro de la rosa de la que una vez me habló Armand.
-Pídeme lo que quieras y lo tocaré para ti -musité con voz seductora y le di una mirada de reojo, toqué unas teclas sintiendo la frialdad e impolutez del marfil y volví sobre el tema de conversación -Bueno, si no recuerdas mucho puede deberse a tres motivos: la pasaste de maravillas, la pasaste muy mal o algo te hizo olvidar -dije malicioso, -¿Tú qué crees?
Estaba ansioso por obtener más información y si Sky no podía dármela la obtendría de otra manera, menos santa.
-Y dime, ¿A qué te dedicas? ¿cuántos años tienes? Quiero saber más sobre ti...

Lo miré con una ceja levantada mientras acariciaba mi gatita. Suspiré y negué.

-Demasiada información para un desconocido, ¿no? No me dedico a nada

Mentira, era pianista y cantante, pero si lo decía me haría cantar o tocar, y no quería que me diera un patatús y desmayarme ahí en medio

-Puede que no lo pasara muy bien, tal vez tomé algo, ni siquiera recuerdo como llegué a casa, solo se que mi cama estaba mojada, pues anoche llovió, así que seguramente llegué andando. Om, y tengo un rasguño en la rodilla, no puedo dar mas detalles, pues no los hay...señor Lestad

Sonreí levemente mientras miraba el piano con ciero anhelo.

-Soy...una chica en el paro

No era mentira del todo, me negaba a tocar y enseñar, demasiadas malas pasadas

-Ah, ah, ah, cherí, si no hablamos ¿Cómo es que dejaremos de ser desconocidos? No creo que una chica como tú se dedique a nada, no tienes el perfil de holgazana -le solté sin más, era evidente que no quería hablar y eso no hacía más que incentivarme para investigar con más profundidad, ¿Por qué? Pues, porque yo soy así, siempre obtengo lo que quiero de una forma u otra. -Empezaré yo para romper el hielo: soy trotamundos y mecenas, me dedico a encontrar talentos en las bellas artes y los ayudo en su carrera y en hacerse nombre como artistas-era una verdad y una mentira a medias, suficiente para ser creíble. Solté una risa cuando me dijo que no lo había pasado tan bien -Si lo hubieras pasado bien te acordarías, créeme. Mi amigo va a tener que darte unas buenas explicaciones cuando regrese, si es que regresa esta noche... Ahora cuéntame un poco más de ti, vamos, ¿qué mal podría hacerte? -le di una mirada de súplica como la que hacen los niños cuando piden dulces.

-He aprendido mucho de esta vida, señor Lestat, y lo primero que me enseñó mi madre, en paz descanse, fue no confiar en extraños...¿no recuerda esa época? En fin...

Me senté en un sillón mirando el sitio vacío que había dejado el en el taburete del piano. Suspiré y acaricié a la gatita.

-Monsieur, ya le he dicho, no me dedico a nada, o bien estoy en la empresa mas cotizada del mundo, el paro.

Sonreí levemente. En verdad, hacía algunas clases de piano, pero yo ya no tocaba. En cierto modo lo veía lógico, pues miraba el piano desde un punto de vista diferente, no solo para tocarlo, si no para enseñar a que lo tocaran.
Centrándome en el personaje que ocupaba su sitio delante del piano, digamos que no me daba muy buena espina. Había algo que no me agradaba del todo, y tal vez era hora de marcharse. Pero...¿y si ahora venía Marius? No, debía quedarme, estaba segura.

-Claro que recuerdo esa época, fue la más divertida de la historia, querida -susurré mirándola directamente, un brillo de malignidad me brilló en los ojos -No recuerdo cosa más entretenida que tentar a las damitas de familias distinguidas para que cayeran en mis brazos -cerré la tapa del piano de golpe y me giré hacia ella -Verás, Sky, hermosa, tus evasivas me aburren terriblemente, ¿Por qué tanto misterio? Así nunca nadie podrá conocerte, ya que estás escondida detrás de todo ese miedo que puedo oler desde aquí junto con tu sangre -sonreí y le mostré mis dientes -Necesito saber qué ocurrió entre mi amigo y tú, y más importante aún, por qué lo recuerdas y digamos que no estás siendo muy buena chica dándome la información que necesito, al contrario me crispan los nervios tus vueltas -me paré del asiento y apoyé mi codo en el piano -Veo que no hay otra manera de conseguir lo que necesito que arrebatándotelo de esa cabecita tuya y eso solo puedo hacerlo de una manera.

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Tragué saliva rápidamente sin pensar en que demonios pasaba. Sentía miedo, pero a la vez, algo extraño me pasaba. Me sentía levemente atraída a ese hombre. ¿Porque? Si no lo conocia de nada, ni siquiera me atraía...o si...no! Bueno...claro, me atraía. No pude evitar acercarme a el, al principio con miedo, después con interés. No era dueña de mis actos. ¿que estaba haciendo?

-¿Como?¿De que modo?

Mis manos temblaban. Me senté en el taburete y abrí levemente la tapa del piano mientras seguía temblando. Coloqué los dedos en las teclas sin tocar mientras pensaba en que un ardor recorría todo mi cuerpo, y mas al ole su aroma

-No trates de resistirte, puedo asegurarte que es peor cuando se resisten -dije con cierta compasión, muy poca a decir verdad. Me paré y me coloqué a su derecha, le acaricié el rostro con el dorso de la mano y le corrí el cabello hacia el otro costado, despejándome la vía para mi beso de sangre. Me apoyé contra el piano y la miré sonriendo satisfecho, -Eres hermosa, ¿Sabías? Bastante testaruda, pero hermosa, puedo entender por qué Marius trastabilló contigo -vi que había levantado la tapa del teclado -¿Te has arrepentido? ¿Vas a interpretar algo para mí? Me encantaría que lo hicieras, cherí -bajé el brazo y apreté una tecla, la miré a los ojos -Si te luces quizás sea gentil al beber de ti.

Tragué saliva poniendome muy nerviosa. No podía. Mis manos acariciaban las teclas con suavidad, pero no podía tocar. Estaba bloqueada, como siempre. Lo miré con temblor en las manos y negué.

-¿Q...que? ¿c...como?...

No pude levantarme. Algo me decía que me quedara, que debía mantenerme ahí. Su voz era tan dulce y sensual. Me sonrojé por sus palabras apenas sin poder evitarlo. El calor empezaba a invadirme sin saber la razón. Maruis...me acordé de el. Debía acordarme de lo que pasó aquella noche, debía saber que pasó, pues esto tenía relación.

- ¿Que eres?...¿y Marius?

Lo miré directamente a los ojos, con los míos penetrantes

La alcé en mis brazos y la estreché contra mí, le acaricié el largo y rubio cabello, sedoso, tenía un aroma fresco y floral, muy típico de las noches serenas y estivales del Mississippi.
-Qué soy no te lo pueden explicar las palabras, verás, soy un ser pragmático -sonreí quedamente -No te preocupes, sé ser amable cuando me lo propongo -la incliné hacia atrás y me allané el camino hacia el cuello corriendo el cabello, pasé el dorso de la mano por la piel satinada y carnosa y le clavé los colmillos.
Pero no obtuve nada de su mente, la sangre brotó llenando mi boca glotonamente, siempre deliciosa, pero la información siguió sin llegar.
Me detuve, alejándome de ella la miré a los ojos y murmuré -¿Qué voy a hacer contigo?

Me intenté apartar cuando dijo auello, pero en menos de un segundo, estaba en sus brazos. Mi pulso se aceleró, y noté como clavaba sus dientes, mas afilados de lo normal, sobre mi cuello. Cerré los ojos con fuerza y solté un gemido de dolor. Me aferré a el y me solté cuando acabó. Negué alejandome, mientras tropezaba con el piano.

-Dios...quiero irme...

Negué sin poder moverme del suelo. Tragué saliva mirandolo a los ojos

-No he hecho nada...deja que me marche...

Pero realmente no quería marchar...¿que pasaba?

Me senté en el taburete del piano a pensar, crucé elegantemente las piernas mientras le decía -Tienes razón en que no has hecho nada, sería injusto matarte; aunque esa sangre tuya querida es un manjar de los dioses -la miré sonriendo torvamente -Por favor, levántate del suelo, si suplicas solo lograrás enardecerme contra ti, ten dignidad -me levanté y fui hasta ella, la tomé de una mano y la levanté antes de que pudiera hacer nada, era como una marioneta en mis manos. Me alejé de ella para que viera que no era mi intención de momento el lastimarla -Solo quería información sobre qué había ocurrido con mi amigo pero veo que por más que quisieras no podrías dármela, así que, Sky, hay dos posibilidades en tu horizonte: la primera es que te borre los recuerdos de esta noche, te daría otro que tu eligieras en su lugar. La segunda es que te marches prometiendo nunca revelar a nadie este secreto, y créeme que si lo hicieras lo sabría -expuse esperando haber sido lo más claro posible, ojalá el shock no la inhabilitara para pensar porque entonces tendría que tomar una decisión por mi cuenta -Como verás soy un vampiro compasivo, no voy a matarte después de todo...
La estaba pasando de maravillas, ¿Quién me hubiera dicho que encontraría semejante diversión en lo de Marius?

Negué levantandome lentamente. Lo miré a los ojos mientras retrocedía. ¿Borrarme la memoria? Oh...vampiro...¿en serio? O sea, ¿en serio me estaba pasando eso ahora? Negué mientras metía a mi gatita en el bolsillo nuevamente. Cerré los ojos levemente y agarré un abrecartas antiguo que había ahí. Lo agarré con fuerza y se lo clavé en el pecho. Salí corriendo hacia el invernadero, del cual no podía encontrar la salida. Me senté asustada en el suelo, escondida entre las plantas, con los ojos cerrados. ¿Como se mataba a un vampiro? Según las leyendas...estaca...de MADERA, si, definitivamente era estúpida e idiota....moriría. Tragué saliva y acaricié a mi gatita que intentaba maullar, pero mi mano tapaba su boca levemente para que no lo hiciera. Las gotas de agua caían sobre mi cabeza, pues eran de humedad o de haber regado por la mañana.

Recibí la puñalada en el pecho, el abrecartas me dañó la camisa. Lancé una carcajada, me reí tanto que me tuve que sentar en el taburete del piano de nuevo -¿Pero qué clase de animal salvaje eres? -dije secándome las lágrimas sanguinolentas, caminé hacia el jardín de invierno -Te acabo de explicar que no te voy a matar, que he decidido perdonarte la vida, te doy dos opciones para que elijas ¿y qué hacés? Me apuñalas. -me apoyé en el marco de la puerta y me saqué el abrecartas del pecho -Marius se va a enfadar, le has dañado el abrecartas y a mí mi camisa de 400 dólares -entré en el invernadero y di un par de pasos -¿Es porque te mordí Sky? ¿Estás enojada por eso? Te pido disculpas, reconozco que me extralimité -toqué la herida en mi pecho, ya estaba cerrada -¿Podemos dialogar como personas racionales o seguirás tratando de matarme?

Me tapé la boca con nerviosismo. Sabía que esto no podía ser bueno. Tenía mucho miedo, y quería salir corriendo, pero no lo iba a hacer. Rezaba a un dios inexistente (al menos para mi) que por favor no me viera, o que llegara Marius o quien fuera en aquel momento, solo no quería morir a manos de un..vampiro...es que aun sonaba extraño. Vampiro...ser que..chupa sangre a los humanos, ugh, era repugnante, y ese tipo lo era..entonces...Marius tambien...ahora cuadraba todo...el me había borrado la memoria. Mi gato salió corriendo. Deseaba que no le hiciera nada, era lo único que me quedaba en la vida, solo quería cogerlo, pero no me atrevía a salir. Si veía que le hacía algo saldría corriendo a por el.